EL ESPECTÁCULO DE UN POETA

En la oscuridad que gobierna nuestro más íntimo ser y la soledad que trepa muchas veces nuestra frágil mente, hace que se expulse imágenes sagradas de la horrenda decadencia mental que a la imaginación no es ajena, imaginación puramente humana. Una soledad fría y un ambiente mental oscuro deja que  florezca los ojos para ver  lo inconforme de nuestra ciudad o de nuestro pueblo y sin buscar moralizar, solo recrear nuestra naturaleza humana que se alimenta de las imposibilidades prefectas por querer mantener en nuestra raza la moral. Cada hombre es un mundo de imperfección como nuestro linaje en nuestra propia soledad en el mundo de la verdad.

Constantino Cavafis (Alejrandía1863-1933), supo recrear en sus 154 poemas toda la naturaleza del hombre desde lo más íntimo de la imperfección como religión humana. Un oficinista oscuro abocado a conocer el pasado griego no supo encontrar mejor herramienta de expresión que la poesía, ese camino sagrado para los dioses, esa flor oscura que convence al hombre a confesar la canción más íntima de su vida. Cavafis conquista las fronteras de la intimidad humana y aflora en su palabra el secreto de una raza que oculta su pasión por lo inconforme y lo escepticismo.

Cavafis regresa al pasado de su linaje y escarba en la condición humana que gobierna el pueblo, una ciudad decadente en las más míseras de las condiciones que brilla como un solo sol empañado por las nubes. Cavafis no imagina los comportamientos de esos seres, ni sueña sus mentes, sino que en el registro lingüístico heredado en los libros desoja la imagen de los hombres y se sumerge mediante la palabra en el corazón de los mismos. Entonces Cavafis escéptico, inconformista, resalta la imperfección de la gloria, de la sabiduría. Que todo conocimiento humano brillante siempre tiene sombra que le cubra. Pero es el mismo hombre un personaje en el teatro de la vida donde trágicamente tiene que enfrentarse todo el tiempo a su suerte. El hombre es dueño de la sabiduría pero no es dueño de su destino, un destino siempre a su contra que le trae la muerte, un enemigo que no vence con la más pura de las sabidurías.

En otras pieles de la naturaleza humana que recrea Cavafis en su legado poético, es la intimidad del alma humana, una intimidad muchas veces oculta por un manto de símbolos y lenguaje de frazada para despistar la homosexualidad. Un amante que sufre la impotencia de no poder retener el cuerpo bello que se traslada a otro espacio y deja el alma del poeta oculto en su propio silencio y soledad.  Entonces es el cuerpo doliente y resquebrajado que aclama la belleza y perfección de del cuerpo en otros tiempos, pero que solo se resigna a cantar y recordar otro tiempo mejor de pasiones. Es el cuarto del poeta amante un escenario muy bien trabajado como figura complementaria a la decepción, decadencia y la nostalgia del compañero, amigo amante. Sus matices sensuales son violentos en la figuración de imágenes del sufrimiento, un dolor muy hondo que lleva a calar los ojos del alma.

La frustración  como símbolo de la imperfección humana renueva la poesía de la época para luego imponerse ante el romanticismo que se ahogaba sola en imitaciones. La libertad muy alta para definirse en un tema muy íntimo, como la poesía llena de erotismo e intimidad del alma homosexual, no es apología, sino que en ella se expresa la renovación de todo un arte en un país  empachado de resonancia romántica.

La reconstrucción de la historia mediante la poesía y la excavación del alma humana como forma de renovación poética es lo que hace que Cavafis sea un poeta novedoso en la recreación de la imperfección humana como algo insustituible a la raza y que su poesía desgarrada por la pérdida como símbolo de nuestra naturaleza humana siga siendo vigente y novedoso para el arte de la posmodernidad.