Miguel Facundo y Ana Jara
Por intervención de la Fiscalía Supra Provincial de Lima, han detenido a Miguel Facundo Chinguel, un ex funcionario aprista de la denominada Comisión de Gracias Presidenciales en el gobierno del presidente Alan García. Lo hicieron a la salida de una entrevista en un canal de televisión al que asistió para responder a las acusaciones que un delincuente apodado “Brasil” dio hace unos días en el sentido de que muchos casos de indultos a sentenciados por narcotráfico habrían sido tramitadas previa transacción en miles de dólares de los que se habría beneficiado el mencionado ex funcionario.
Inmediatamente, la Comisión Política del Partido Aprista emitió un comunicado en el que señala de manera concisa pero firme que respalda la decisión tomada por el ministerio público, y yo, aprista de toda la vida, por supuesto que estoy de acuerdo con el mismo, no sólo porque las acusaciones que se hagan deben ser individualizadas, con nombres y apellidos específicos, y sobre todo, con pruebas y testimonios valederas y verificables que las sustenten; sino porque en un Estado de Derecho corresponde a dicho órgano jurisdiccional desarrollar las indagaciones, realizar diligencias y acopiar las pruebas para, -de ser el caso-, establecer las responsabilidades a que hubiera lugar, evitando de este modo, esas pantomimas congresales de las que hemos sido testigos en estos dos últimos años de humalismo.
A propósito, es cierto que desde 1990 la calidad de la representación congresal en el Perú ha venido desmoronándose con mayor velocidad respecto de la década anterior, pero, en honor a la verdad, creo que con el que tenemos actualmente hemos llegado al subterráneo de la mediocridad, tenemos una legación parlamentaria de alcantarilla, una cloaca parlanchina sin parangón en la historia política del país. Sólo de imaginarnos al tal “comeoro”, a la “robacable”, al “quitatierras”, al “violín”, a Chehade, y a tantos otros más, llegados bajo la carpa de sancocho de la “gran transformación” humalista, votando una acusación en el Congreso, nos provoca arcadas. Pero ésos son, allí están ellos, apuntando el dedo acusador, computándose más inmaculados que las vírgenes del sol, más impolutos que escafandra de astronauta, más asépticos que un laboratorio genético de última generación.
No puedo meter las manos en el fuego por Facundo Chinguel, ciertamente. No lo hice, ni lo haré, el tendrá que demostrar su inocencia y el ministerio público tendrá que probar su culpabilidad, pero hay algunos elementos que en torno a este caso llaman poderosamente la atención. Por límite de espacio, voy a citar uno solamente. Una vez más, se ha podido apreciar la diferencia de trato (que no es de género) en el aludido programa televisivo. La noche del domingo pasado se sentaron dos personas en el set: Facundo Chinguel y Ana Jara, una después del otro por diferentes razones aunque del mismo tenor: corrupción. A Chinguel no sólo se le interrumpió doce veces durante su intervención sino que se le exigía altaneramente que respondiera en 30 segundos un reportaje de quince minutos en donde el protagonista central es un ex prontuariado, que según el acusado es un reclutado del gobierno para hacer de su incriminador al igual que ya ocurrió con otros dos personajes anteriormente.
Unos minutos después, en el mismo programa se entrevistó a la ministra Ana Jara. El ministerio de la Mujer y de Poblaciones Vulnerables (MIPV) que dirige esta congresista es uno de los dos -el otro es el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS)- que el humalismo creó a partir de uno preexistente que fue el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social. Es decir todas las funciones que antes hacía un solo ministerio ahora lo hacen dos con cinco veces más gente que el anterior. Lo primero que hicieron fue crear cargos a todo dar con sueldos dorados en los dos flamantes ministerios, y a pesar de haberse reducido el MIPV a su mínima expresión, ha incrementado su presupuesto total en 153% y sus gastos en bienes y servicios en 650% (regalos, viajes, publicidad), entre otras lindezas “inclusivas”. La realidad, tras dos años de gobierno humalista, es que sus resultados no solo son pobrísimos sino atiborrados de torpezas burocráticas, alimentos podridos y niños contaminados, gente que se entierra para que les paguen de los meses que les deben, beneficiarios de programas sociales parientes de autoridades oficialistas (hasta de la vicepresidenta de la República), papelones como el caso de los niños supuestamente “liberados” del terrorismo, apenas 0.8% de reducción de pobreza anual, y, una percepción de olas de corrupción entrando como aguas del mar en el Titanic.
Precisamente, uno de esos enésimos casos motivó que la señora ministra se presentara en el programa televisivo. Ocurre que a tres congresistas -humalistas para variar- el ministerio que dirige la engreída de la pareja presidencial les entregó un enorme volumen de donaciones recibidas a su vez de la SUNAT, entidad que decomisa productos, mercaderías y artículos que han sido ingresados al país ilícitamente y los tiene en custodia hasta que mediante resolución sean destinadas a la entidad o autoridad encargada de distribuir entre los beneficiarios. Aun cuando, en este caso, fue el ministerio de la congresista Jara la que recibió la donación, ésta no tenía por qué pasar (y menos distribuirse) a través de los congresistas, primero, porque está tajantemente prohibido que los congresistas reciban donaciones, y segundo, porque las únicas que pueden ser destinatarios de las donaciones son personas jurídicas como un gobierno local o regional o cualquier otra institución autorizada explícitamente.
¿Quién solicitó los bienes?, es lo primero que debe preguntarse. Todo apunta a que fue uno de los miembros de la dupla conyugal, pero eso lo negarán a muerte, para eso tienen allí a la ministra. ¿Con qué objeto lo solicitaron?. Obviamente lo hicieron para reforzar la imagen de sus gárrulos humalistas de provincias, pero también lo negarán porque para eso está la ministra. ¿Hay delito? Claro que sí, ¡tremendo delito!. ¿Se puede demostrar palmariamente?, ¡absolutamente!, basta y sobra con la firma de recepción de las donaciones por parte de los congresistas y con las fotos de la utilización política de las mismas. ¿Le preguntó algo el programa de televisión a Ana Jara acerca de sus responsabilidades específicas en este caso?. ¡Naranjas!. ¡Un poco más y le secan el sudor en pleno frío!.
La prensa tiene que ser exigente para todos y Miguel Facundo tiene que responder por esas graves acusaciones de corrupciòn.Creo que ahora ha sido retirado del APRA,igual deberìan haber hecho los nacionalistas con los casos de los congristas vinculados a las donaciones,pero no fue asi,màs bien los protegieron con el espiritu de cuerpo.Vergonzante…!!!
El artículo es muy centrado y objetivo en cuanto al trata que recibió Facundo Chinguel con respecto a la Ministra Ana Jara; y en el caso de Sol Carreño no es nueva esa actitud parcializada.
Los comentarios están cerrados.