EL VIEJO CUENTO DEL TEATRO
El teatro para Iquitos es una noticia digna del periódico de ayer. Hemos escrito ya que Von Hassel lo propuso por primera vez cuando se iniciaba el siglo pasado. Es decir, hace más de 100 años. Los mandamases de entonces, los emprendedores de ayer, los que medían a las cosas por el precio y no por el valor real, optaron por edificar una cárcel, local más rentable y más digno de la civilización, en el terreno propuesto para el reinado del actor y la actriz. Desde hace tiempo hemos escuchado esa palabra mágica, pero hasta ahora nada. El primero que nos engañó fue el alcalde Max Meléndez, el farmacéutico que descansa en paz. En entrevista personal, gesticulando, nos dijo que el teatro se iba a alzar en el terreno del antiguo local edil, ese que fue demolido sin pena ni gloria. Luego vinieron otros con la misma cantaleta. Incluso el buenazo, para nada, auspició reuniones para buscar supuestamente el terreno para levantar el teatro en esta urbe huérfana de ambientes culturales.
En la ciudad de ahora, una urbe bastante teatral con buenos actores y mejores actrices, sobre todo cuando mienten o hacen barbaridades, hay un lugar donde la mentira se mantiene en pie. En el distrito del patrono que todavía no baja el dedo hay un letrero que dice: “Aquí se construirá el teatro de San Juan”. No hay la primera piedra ni la segunda. Tampoco figura la empresa que la edificará, menos el monto. Se ignora cómo quedará después de la pomposa inauguración, que por nada del mundo debería imitar a la pobre Plaza Roja. Desde hace tiempo el letrero sigue allí y todavía no pasa nada. Eso de que “aquí se construirá” es un viejo cuento. Tantas cosas quedaron en esa frase para siempre jamás.
En ese contexto de relato inconcluso vuelve a aparecer la palabra teatro. Esta vez se trata de un proyecto surgido de un convenio entre el Gobierno Regional y la Municipalidad de Maynas. La tradición pesa como hierro sobre las generaciones. No está demás decir algo sobre el particular, sobre el teatro que nunca pudo edificarse. Esperamos, desde luego, que ahora esa sala se levante en esta urbe nuestra.