Pantano de estiércol
Conocí a un amigo en uno de mis viajes a la floresta, era un litigante de causas perdidas parecía un personaje como Sísifo, cuando creía que llegaba a la cumbre caía otra vez, no desmayaba nunca a pesar de la zancadillas que le ponen. Es alto, cojea un poco porque tuvo un accidente en una moto, mejor dicho un motocarro a toda velocidad le arrolló y desde entonces renquea. Tiene dos hijos pequeños que son sus soles al final de la jornada. El me alimenta con insumos para crear personajes de alguna novela en ciernes. Hace poco me escribió para contarme que no puede más, que le quedan pocas fuerzas. La corrupción en Isla Grande ha llegado hasta el cuello, es un silo, “lo peor cuñao es que es pura mierda”. En su largo correo de lamentos me comentaba que de esa corrupción no se salva nadie. Están metidos los jefes pero también los mandos intermedios hasta las secretarias, es un sistema infecto donde todos ganan hermanito. Ni te digo de los periodistas están como moscas detrás del pastel, te lo juro, no hay ninguno honesto en este puerto – recuerdo cuando escribí mi novela “Archipiélago de sierpes” uno de los personajes pergeña esas palabras. Es un sistema putrefacto, hediondo. No puedo más, me señalaba en medio de una indignación y resignación. Hay uno de ellos conocido como “El Mudo” ferviente admirador del Ché Guevara [guarda una foto en su billetera] y que cobra por hacer gestiones ante la burocracia [es un proletario a su manera porque muere por una copa de mojito], se maneja como pez en el agua en esas aguas de inmundicia, un chuchín maestro. El pata es de poco hablar por eso el mote pero conoce su oficio, es un parásito del sistema. Mueve diputados, presidentes de Congreso o quien fuera pero te saca lo que quieres, y caballero, debes pasar por caja. Con otros patas de su collera y El Mudo al frente – con el beneplácito y complicidad de las autoridades, ha montado una empresa de la coima y cobra por adelantado, antes que liciten la obra. Es un mundo fétido. Hasta el más vulgar alcalde de un distrito cobra un porcentaje por obra. Tú que escribes me dice no sabes lo que ocurre por aquí, toda imaginación es poca en lanza la puya. Leo su largo correo y siento impotencia, desazón, incertidumbre por el futuro, lamento el tercermundismo de pensamiento de las autoridades y su séquito, percibo que no podemos levantarnos del fango de la inmoralidad, nos ha ganado digo con pesimismo. Aquí quieren que sigamos siendo brutos, me apostilla en uno de sus epígrafes. Me siento sin fuerzas y lamentando mucho no poder hacer algo.