Recordando a Ana Varela
Me la he pasado leyendo estas últimas semanas la obra poética de Ana Varela Tafur, una de las poetas más importantes de la Amazonía, una producción puntual pero imprescindible. Una lectura que en medio de tantos vaivenes coyunturales en las que estamos inmersos, es un alivio y un necesidad. La primera mujer en ganar el importante premio de la Bienal de Poesía Copé con ese libro ya clásico, Lo que no veo en visiones, de 1992.
La poética de Ana Varela plantea alusiones al marco social e histórico. Como señala Roland Forgues, es “una voz que, adoptando la perspectiva de una mujer sobreviviente del genocidio capitalista, nos trasmite la historia de sus antepasados indígenas diezmados por la despiadada explotación del caucho, invitándonos a reconsiderar la historia oficial de los vencedores y a reconstruir la de los vencidos”.
Ana Molina, estudiosa, define la poesía de Varela, como ecofeminismo mítico, donde se mueven tres elementos primordiales- lo femenino, lo ecológico y sobre todo lo mítico-histórico- recorren todos sus poemarios como se observará a continuación.
Antes de emprender cualquier análisis de la escritura de Varela se debe tener en cuenta dos premisas básicas: considerar a Ana Varela como representante de la poesía femenina peruana de la década de los 90 y, en tanto fundadora del grupo cultural Urcututu, representante de una literatura amazónica eminentemente social.
De ese modo, para entender la presencia de Ana Varela dentro del canon de la literatura femenina peruana debemos desde un inicio comprender que la inserción de la mujer en la literatura en general, no solo en la peruana, ha sido bastante compleja.
Ana Varela es, además, un ejemplo de intelectual que pretende siempre tener una presencia donde lo básico, lo fundamental, sea la literatura y sus variadas formas.
Molina inserta a la etapa de fecundación de la poética de Varela como el de consolidación y reconocimiento nacional. Este espacio lo genera a partir de la importancia de la irrupción del grupo cultural Urcututu, creado en 1979 y que en 1983 publica su Primer Manifiesto político-estético en donde buscaban cuestionar la realidad social vigente e interpretar artísticamente a la Amazonía, posteriormente expresan los mismos lineamientos en los dos manifiestos posteriores.
Según la poeta, un buen producto en general necesita de un estricto proceso de trabajo, que se sacuda de esas cosas que le hicieron daño a la literatura amazónica (esa onda mitológica tan básica y primaria), a fin de que pueda competir en igualdad de oportunidades a nivel nacional e internacional. En otras palabras, una pasión, racional y sensorial, una exigencia innata y brutal destinada hacia la y por la literatura.
Eso se puede ver en Lo que no veo en visiones y posteriormente en sus otros libros Voces desde la Orilla y Dama en el escenario. El crítico Roland Forgues señala que Ana Varela empieza a levantar desde la selva “la voz de la mujer amazónica que se expresa desde un campo cultural probablemente más desconocido en el Perú que el campo de las culturas africanas y de las culturas andinas”.
Varela cree que, más que existir una llamada “identidad amazónica”, cohabitan muchas identidades amazónicas, en la que cada persona tiene su identidad y no sé si eso implica tener ventajas sobre las otras identidades. Esto es lo que permite que su poesía no solo sea urgente, en cuanto a los temas urgentes, sino trascendente en el tiempo.
Una buena forma de celebrar el día del libro y la lectura, este 23 de abril, sería leyendo poesía amazónica y, entre ellas, poesía de Ana Varela. No hay pierde.
En Ana Varela se reconoce su aporte a la literatura amazónica, su esfuerzo por resaltar el papel de la mujer peruana y, en particular, la loretana, sin embargo, representa una poesía elitista, excluyente, sentimentalista. El grupo que fundó se considera como lo máximo en la literatura amazónica, nunca han reconocido a otros poetas loretanos como Eleazar Huansi, Armando Almeida, Fernando Fonseca, entre otros, han mantenido su mezquindad enfermiza. Es más, ganó el premio Copé con ayuda y buscando padrinos, que infelizmente encontró. Estas consideraciones hay que tener en cuenta. Otra buena forma de celebrar el día del libro es también leer también los aportes del grupo literario Javier Heraud, que el mes de mayo cumple 28 años de fundación.
Por lo menos una foto pues de tan ilustre personaje loretano
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