La hora de los letreros
Para la índole huarapera y parrandística de tantos mortales de estos campos y plazas es una mala noticia el inesperado letrero del complejo del bajapontino CNI. El mismo dice a la letra: “Cero ruido, cero alcohol”. Más abajo hay el nombre del Presidente del Gobierno Regional o Iván Vásquez Valera y un elogio a la práctica del embriagante deporte. Esto quiere decir que se acabaron las fiestas de jueves a domingo y se terminó el lamentable espectáculo de borrachos de madrugada o de amanecida. La noticia es excelente desde donde se le mire, desde el suplicio de los que viven por ese lugar. Y se espera que ninguna leguleyada abra otra vez las puertas de ese local. Se espera que reine el deporte y la mente sea sana en el cuerpo sano. Lo cual no significa que se abandonen las aguas, pero sin mortificar a nadie. Menos a los vecinos (as), a los ciudadanos (as).
Nadie está en contra del baile y el brindis. Pero en los lugares adecuados, en sitios insonorizados. De manera que la diversión tiene que buscar su propio espacio. Lo que queda ahora es que letreros de ese tipo, con o sin nombre propio, incitando o no a la práctica del deporte, abunden en esta ciudad ruidosa donde el Dios del amor, a los chicharrones, no puede actuar debido a sus afectados tímpanos, a sus pobres orejas perforadas. Sería absurdo que esos letreros no aparezcan en los ruidosos locales de baile y borrachera, en los bulliciosos bares de borrachera y de baile, en las casas donde la estridencia manda.
Es la hora de acabar con el ruido en esta ciudad. El complejo del equipo albo puede ser el centro de una gesta cívica sin precedentes. Del fin de tanto abuso. Del término de la peste del ruido que afecta hasta a los que le provocan como una muestra social de evidente estupidez.