La batalla de los desperdicios
En la ignorada historia de esta ciudad se cuecen bastantes habas. En ese subterráneo, la basura es una clave de la eterna controversia, del litigio permanente. Es posible descubrir en los desperdicios amontonados o dispersos en cualquier parte la bronca como destino ciudadano por apoderarse de ese servicio. No por higiene o por acumulación de energía desperdiciada, como podría suponerse ingenuamente. Cuando dominaba la carreta como medio de locomoción, la bronca era cotidiana. Inútil era pensar en la paz ante esa emisión inevitable de los humanos.
El peor momento de la basura ocurrió en la década del 40 del siglo pasado. En ese entonces hubo una interminable discusión sobre qué hacer con los desperdicios. Autoridades, expertos, funcionarios y otros invitados, se perdieron en un estéril debate que a veces saco ciertos trapos al sol. Palabra y palabras cayeron en el vacío. No se pusieron de acuerdo en nada. Era un gran momento para solucionar de una vez por todas, ese problema. Pero ninguno vio más allá de sus pequeños o grandes intereses. La historia se repite hoy en cuanto a litigio por el dominio de la basura nuestra de cada día y noche.
En estos días, dos conocidos empresarios disputan, palmo a palmo, segundo a segundo, el dominio del recojo de los desperdicios. El señor Jens Brunner y el señor Herman Pezo se baten en un duelo verbal nombrándose cada uno por su lado como el genuino recogedor, el dueño del relleno sanitario, el amo de los recicladores. La batalla recién comienza y todavía no hay víctimas. Pero ninguno de los dos menciona que en el presente la basura ya no es el arrinconable y despreciable desperdicio. Es una oportunidad de conseguir energía a bajo precio, como lo saben los 90 mil moradores de la alemana ciudad de Lenz.