La otra revocatoria

En los anales de la picardía peruana, en esa biografía de caricaturas de carne y hueso, ni  el aberrante chistoso Felpudini  pudo predecir en lo que acabaría el zafarrancho edil de Maynas. Es más que absurda  la cosa ya que una votación cantada, la de los regidores de la facción guimista, no logró  sacar o vacar o votar a los concejales partidarios del todavía lesionado Charles Zevallos que representan una minoría absoluta. El deseo de acabar con esa precaria oposición no se concretó, como para reírse a carcajadas en cuyo final estallaría la cólera cívica.  Esa trespatinada municipal no es una evidencia de cordura o de anhelos de paz, como dice el señor Peñaloza,  sino un paso más hacia una revocatoria de nuevo cuño.

Esa votación torcida, con toda seguridad,  no es más que una  maniobra entre las sombras para seguir disfrutando de las gangas del  poder minúsculo. Una especie de toma y daca,  o al revés, que es uno de los rostros de la política en cualquier parte del mundo. El problema en Maynas es que ambas gestiones o facciones no hacen nada por la ciudad de Iquitos o por otros lugares. Es como si no hubiera ni alcalde ni regidores. Porque los unos y los otros se enfrascaron en el deporte de la mutua vacancia, como ya dijimos. Ahí todavía están,  tan campantes y muy orondos. Como si nosotros (as) nos comeríamos  los dedos y las manos.

En el grotesco espíritu de Felpudini, única manera de referirnos en serio a esta gestión absurda, de entender tanta porquería diaria, solicitamos a quien corresponda que,   por única vez en nuestra historia regional o provinciana o bosquesina,   se instaure la revocatoria de hecho. Es decir, una revocatoria sumaria y ejecutada en el acto. Para que las dos facciones dejen volando la gestión de vacancias, vagancias y otros desastres lamentables. Hemos dicho nuestra palabra sobre el particular, una vez más.