¿De donde pecatamea?
En franco despilfarro, con más de veinte mil nuevos y contantes soles, haríamos bailar cumbias a perro, pericote y gato y unos cuantos periodistas, otro tanto de abogados y bastantes constructores. Poderoso caballero es don dinero y más si se le gana fácil, si te pagan uno sobre otro y sin cancelar el impuesto correspondiente. Es decir, en una ciudad donde muchos ganan 300 nuevos soles al mes, si quieren, donde otros no cobran por sus trabajo, donde varios y varias pertenecen al temible gremio de desocupados, seríamos poco menos que millonarios. Afortunados, platudos, envidiados por el resto. Nadie gana tanto dinero en un solo viaje, ni lleva en su maleta tanto molido, como acaba de ocurrir con el asesor.
El temible y arañantegato se volvería guitarrero para acompañar la aludida cumbia, hasta que los más de veinte mil nuevos y sonantes soles se acaben como se acaba todo en la vida. Así cualquiera se haría partidario de cualquier autoridad, hasta de accidentados o masacrados. Provecho, asesor, le podríamos decir con inocultable envidia, con ansiedad metálica, con piedad por los misios de esta ciudad, este país, este mundo. ¿Así sale el billete de esta ciudad? ¿De la Municipalidad de Maynas, de la gestión del accidentado? ¿Así se gasta de las arcas ediles donde es frecuente decir que no hay plata? ¿O ese dinero llegó solo, del aire?
El reaccionario obispo Hipólito Sánchez Rangel, después de excomulgar a medio mundo, de maldecir a los emancipadores, se zampó de la floresta cargando con 20 mil pesos. Los rezos iban muy bien con los pesos, como ahora. Contantes y sonantes, esa plata no regresó a la maraña. Siglos después la historia se repite. El afuerino, por lo general, cree que somos brutos, que todo se puede hacer en esta ciudad. Y el barbudo asesor, fiel a su estilo, se lleva el molido como si nada. ¿O ese billete fue fruto legal de un préstamo, una donación, un pandero?