Huancané espera. Espera como se espera en el Altiplano: con una paciencia curtida por el frío y el abandono. Desde diciembre del 2023, en un terreno de esta provincia, se supone que crece el Hospital Lucio Aldazábal Paucar. Los huancaneños lo miran con la misma mezcla de esperanza y escepticismo con la que se mira al cielo en tiempo de sequía. Saben que lo necesitan. Saben que, a veces, lo prometido tarda en llegar. Pero esta vez no es solo la tardanza. Esta vez es el descaro.

El hospital, en el papel, es una bestia con un hambre feroz de millones. En la realidad, es un animal raro, casi inmóvil. Un informe del Ministerio de Economía y Finanzas lo confirma con la frialdad de los números: el avance físico de la obra es de solo el 12.03%. Poco más que un hoyo grande y algunas varillas al aire. Lo que cualquier albañil, con dos dedos de frente, llamaría el cimiento.

Pero si la obra está en pañales, el dinero ya es un hombre hecho y derecho. Y bien gordo. Hasta ahora, el Gobierno Regional de Puno, liderado por Richard Hancco, ha desembolsado la friolera de 75 millones 321 mil 86 soles a la empresa china Gezhouba que ejecuta el proyecto.

Aquí es donde la cosa pide una cuenta simple, de las que se hacen en el mercado, con los dedos manchados de tierra. Si lo realmente construido, ese 12%, tiene un valor técnico de unos 24.3 millones de soles, la pregunta se impone, obvia: ¿Dónde están los otros 51 millones de soles que Hancco ya soltó de las arcas del pueblo? ¿Porqué no han pagado a los trabajadores de la obra?

En el apartado del Reporte de seguimiento a la ejecución de inversiones del Formato N° 12-B, que pregunta por los «problemas» de la obra, la respuesta es un escueto y cínico: NINGUNO. Como si pagar el triple de lo que se ve fuera lo más normal del mundo. 

Los obreros invisibles

Mientras los millones se lleva el consorcio chino, hay hombres de carne y hueso que pagan el pato. Son 120 obreros, con nombres y apellidos, con hijos que comer y alquileres que pagar. Ellos son los que sudan en el terreno, los que mezclan el cemento y levantan los muros del hospital fantasma.

Alfonso Zavaleta, su presidente del comité de obra, tiene la voz ronca de la impotencia. Cuenta que la empresa china les debe dos meses de sueldo. “Muchos compañeros vienen de otras regiones. Necesitan su plata para el cuarto, para mandar a sus familias. Sin pago, no podemos trabajar”.

En medio de este desastre, ¿dónde están los que deberían fiscalizar? La consejera por Huancané, Leyder Carina Puma Ojeda, había anunciado a los cuatro vientos que iría a supervisar. El silencio del Gobierno Regional de Puno, el de Richard Hancco, es aún más elocuente. Un avance del 12% y un pago del 75% no merecen, al parecer, ni una declaración. La máquina de firmar cheques funciona perfectamente; la de velar por el pueblo, está en paro técnico.

Huancané y Jayllihuaya: ¿La misma canción, diferente gobernador?

Esta historia, desgraciadamente, tiene un eco siniestro y familiar en Puno. Suena a un disco rayado que ya todos han escuchado. Es la misma canción que se cantaba con otro gobernador, Agustín Luque, fue llevado a prisión preventiva, hoy libre.

El escenario era el centro poblado de Jayllihuaya. La obra, el hospital Manuel Nuñez Butron. El monto: 329 millones 373 mil 420 soles. Los ejecutores, otro consorcio chino: China Railway N° 10 Engineering Group y Weihai Construction Group.

La justicia investigó a Luque por colusión agravada. Se le acusó de haber recibido 500,000 soles a cambio de favorecer al consorcio. De hecho, la fiscalía dice que hubo un «acuerdo formal» con el representante chino, Chen Junkun, para perdonar penalidades por más de medio millón de soles, causando un daño brutal al Estado.

Luque estuvo entre rejas. Su caso era la prueba de que el modelo era simple: gobernador regional + consorcio chino + sobreprecio = obra abandonada y dinero perdido. Una ecuación de la corrupción más burda.

Las preguntas que queman

Entonces, viendo el pasado reciente con Luque y el presente rabioso con Hancco, las preguntas estallan solas, con la fuerza de quien ya no aguanta más mentiras:

  • Ahora, ¿por qué los trabajadores del hospital de Huancané están impagos si Richard Hancco pagó 75 millones por una obra de 12%, valorizada en 24 millones? La matemática no miente. Sobra dinero. ¿Sobra tanto que hasta para pagar a los obreros que la construyen se volvió un lujo? ¿O es que ese superávit fantasma ya tiene otro destino, otros bolsillos que llenar?
  • ¿Dónde están los 51 millones restantes? No es una cifra menor. Es un botín. Es la diferencia entre lo que el pueblo puso y lo que realmente se ve. Hancco tiene que explicar, con lujo de detalles, a qué se destinó ese dinero que se esfumó entre el presupuesto y la realidad. ¿A qué partida misteriosa fue a parar? ¿A qué «gastos administrativos» o «sobrecostos» inexplicables?
  • ¿Por qué no se paga a los trabajadores? Si la empresa china Gezhouba, ya recibió un pago descomunal por un trabajo mínimo, su falta de liquidez para pagar salarios es, como mínimo, sospechosa. O es una empresa gravemente incompetente, está desviando los fondos, o quiere marcharse como en Jayllihuaya. El Gobierno Regional de Hancco, al no exigirle cuentas ni paralizar los pagos, se convierte en su cómplice necesario.

El guion se repite. Solo cambian los actores. Ayer fue Luque en Jayllihuaya, hoy es Hancco en Huancané. Mientras, los consorcios chinos llegan, firman, cobran fortunas por migajas de obra y, cuando quieren, dejan a los trabajadores en la calle. Los gobernadores de turno, o están en la celda o están en el despacho, pero siempre hay uno que les firma el cheque por adelantado con el dinero de todos.

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