* Rocío Romero aprendió la receta de su madre y convirtió la venta de juanes en un sustento que formó a cuatro hijos profesionales.
Desde hace cuatro décadas, Rocío Romero ofrece juanes en la cuadra de la Sargento Lores, frente a la plaza del mismo nombre. Empezó vendiendo solo los domingos, pero la acogida fue creciendo hasta convertir su negocio en una actividad diaria. A los 19 años, con la receta heredada de su madre y el apoyo de su familia, encontró en la cocina no solo una fuente de ingresos, sino una forma de vida que le permitió sacar adelante a sus cuatro hijos.
Con un eslogan curioso que nació entre bromas familiares, «más rico que un chuculún», Rocío supo ganarse a su clientela sin necesidad de publicidad. Aseguró que el verdadero ingrediente es el cariño con el que trabaja. “En mi cocina no acepto tristeza ni discusiones, siempre hay música y buen ánimo”, afirmó. Firme en su convicción de escuchar al cliente y tratar bien a su equipo, su historia es un ejemplo de constancia y honestidad para nuevos emprendedores.
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