ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

Antes que se produjera esa avalancha de europeos a Iquitos en los primero años del siglo pasado por la fantasía que provocaba la fiebre del caucho ya en estos territorios habitaban foráneos de varias nacionalidades y razas. Como toda comunidad que progresa, Iquitos tenía que recibir el aporte de los migrantes para ser lo que hoy es, con sus males y bondades que, aunque algunos parricidas se empeñen en afirmar lo contrario. Los pobladores de Loreto son producto de esa migración. “Quien no tiene de inga, tiene de mandinga”, frase que se puede leer en las “Tradiciones peruana” de Ricardo Palma, es la contundencia literaria para explicar que aquella quimera de la raza pura es una utopía. Miremos a los que fueron protagonistas de la historia en los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX.

Como homenaje a la profesión empecemos por ese libérrimo que habiendo nacido en Cerro de Pasco los caminos del periodismo lo condujeron a Iquitos. Benjamín Saldaña Roca, según relato de Gamarra Olivares, dirigió y publicó hasta siete publicaciones. “El Fósforo”, “La Pampa de Tebas” y “La Sotana” circularon en Lima, mientras que “La Sanción” y “La Felpa” circularon en Iquitos. Toda la información que Saldaña publicó sobre el caucho en esos primeros años del siglo XIX sirvió para que otros periodistas, G.C. Paternoster y Walt Hardenburg, sustenten sus afirmaciones y se determine la intervención de Roger Casement, enviado de la Corona Británica. Sólo en esta breve historia tenemos un foráneo nacional y tres extranjeros que fueron determinantes para conocer ese período que unos llaman de “genocidio de indígenas”.

Si Casemet era irlandés y Paternoster con Hardenburg norteamericanos podemos incluir en la lista al francés Eugene Robuchon. Geógrafo que desapareció en la zona de El Putumayo, donde hacía trabajos por encargo de la Peruvian Amazon Company, es decir de Julio César Arana. Esta empresa acusó a los indígenas de haberlo matado, aunque lo más creíble es la versión que gente de la empresa lo eliminó por haber descubierto y criticado la manera cómo se sometía a los indígenas. Fue una de las primeras víctimas de ese período y su nombre está en el olvido.

Thomas Whifen, fue un capitán de la armada británica que visitó El Putumayo en 1908, se afirma porque convalecía de una enfermedad contagiada en África. El objetivo de su llegada a esa zona fue buscar al geógrafo francés Robuchon. Ante la aparición de publicaciones en la revista Truth – “Verdad” en las que se se denunciaba a Julio César Arana como torturador y esclavizar a los indígenas, este militar fue consultado sobre el caso y por ello recibió una serie de acusaciones de la Peruvian Amazon Company. La más difundida fue que intentó extorsionar para no revelar los abusos contra indígenas a cambio de un pago de £ 1.000 libras esterlinas. Escribió el libro He North-West Amazon que se publicó en Londres en 1915. Césareo Mosquera, Alfonso Graña, José Barcia Boente y sus dos hermanos Generoso y Benito, todos ellos españoles pertenecen a esa lista de extranjeros que marcaron la historia de lo que hoy es la capital de Loreto.

Eso en cuanto a los extranjeros. Porque, así como Benjamín Saldaña tuvo principal protagonismo en los años de su permanencia en Iquitos, años después comandaron revoluciones o levantamientos personajes como Emilio Vizcarra, José Madueño, Guillermo Cervantes, Ricardo Seminario, entre otros.