Charichuelo ¿dí?
Cada vez son más los point charapas en Lima. Sobretodo de comida. “Charichuelo” se llama. Su propietario es “bolón”, nombre de Luís Dávila, que tiene estatura de charapa, rostro de charapa, bolsillo de charapa, habla como charapa y trata a todos como charapas. Se llega fácil pero es muy difícil de salir. Uno puede llegar por Arenales o por Salaverry. Basta ubicarse en la cuadra 8 de Arenales y ya está en “Miller 818”. Una vez que está en el lugar puede disfrutar de la variada comida loretana con el fondo de un paiche o con el anochecer loretano. Todo en un ambiente de alegría y, no va ser, recuerdos de la tierra prometida.
Será por esas características que uno de los integrantes de la promoción 1983 del Colegio San Agustín de Iquitos tuvo la feliz idea de reencontrarse con los amigos de la época de estudiantes en “El charichuelo”. Hasta el lugar fueron llegando Wilfredo Vela, Marlon Salazar, Aquiles García, Alfonso Rodríguez, Víctor Quevedo, Martín Mestanza, Ángel y Jaime Vásquez y Jorge Bensimón.
En realidad la llegada de Jorge Bensimón a Perú desde Israel siempre altera el gallinero de quienes estudiaron en las aulas agustinas. Y es que Jorge es un convencido que los buenos momentos no basta vivirlos sino recordarlos. Y esa noche en “El charichuelo”, 28 años después, se volvió a tomar unas chelas –como lo hacíamos en “El as de copas”- como en 1983 con la única diferencia que la cuenta se pagó con nuestros propios recursos y no con las propinas obligadas de los viejos o con los recurseos impublicables de los hijos.
Así que ya están avisados. Si quieren reencontrarse con sus amigos, con su comida, con su hablar cantado y desprejuiciado, pueden dirigirse a “El charichuelo”. Ahí no sólo encontrarán a viejos conocidos sino conocerán a loretanos de toda la vida. Todo con un anfitrión que no deja lugar para el desgano: “Bolón”. No pregunten por qué tiene ese sobrenombre porque eso es lo de menos. Basta que les digamos que no para de hablar y sabe o cree saber los avatares de los muchachos y muchachas del barrio y es como un guía patronímico: usted le da un nombre y le cuenta las aventuras y desventuras del vecindario. Todo en buena onda y en el estilo que hace muchos años impuso en tierras loretanas Eliseo Reátegui, más conocido como “shambo” que, a propósito, se ofrece sus chupetes en este nuevo poit. (JAVV).