Todos nosotros somos unos soñadores, inservibles para la vida cotidiana
W.G.Sebald
Recuerdo que en la universidad, leía y subrayaba en los márgenes de los folios, con mucha entrega un libro pergeñado por Fernando de Trazegnies sobre la responsabilidad extracontractual, es uno de los mejores libros de Derecho escrito en Perú, repujado con mucha creación, reflexión y sabiduría. De Trazegnies apostillaba sentencias sobre determinadas situaciones que explicaba en el libro, entre las sentencias que citaba estaba una de daños y perjuicios producidos en los cines de Iquitos por la algarada en los precios de las entradas. Sí la memoria no me falla en esta edad provecta, el dueño de los cines demandó al Estado por daños y perjuicios, al no prevenir estos. Esto como dato de la realidad y del derecho. Citar que el cine es un elemento de la modernidad que irrumpe en la selva con éxito, el cineasta brasileño- portugués, Silvino Santos, hizo una película para “blanquear” la sevicia del Putumayo por encargo de Julio C. Arana. Así el escritor Percy Vílchez Vela, ha tomado ese dato de la realidad, de las algaradas contra los cines en Iquitos, para crear una novela descacharrante de amores imposibles en los trópicos, de apegos platónicos entremezclados con la imagen rutilante y fugaz de la actriz amazónica, Ofelia Montesco. La ironía es uno de los recursos literarios y emocionales, recordemos que Miguel de Cervantes lo usó a lo largo de El Quijote, que recurre Vílchez para describir la ciudad de Iquitos, Percy lo maneja dosificadamente. La ironía atraviesa la historia de principio a fin. No es de un humor fácil, es un humor que luego de reírnos te das cuenta la miseria en la que nos encontramos, nos retrata de cuerpo entero sin ofendernos – recuerdo una venada tropical el manifiesto de los ambientalistas locales mostrando su júbilo por la construcción de la carretera Iquitos- Nauta. Los personajes de márgenes viven envueltos en sus delirios en la realidad de la novela. Él más, Orestes Bardales – bardales significa, obstáculo, barrera, en ese sentido, el personaje tiene un badén para transformar sus obsesiones en algo concreto, es casi es un problema psiquiátrico. Bardales se enamora de las divas del cine de Hollywood o del cine mexicano de entonces, quizás esa obsesión por Ofelia y otras musas del celuloide sea su tabla de salvación al vivir en una ciudad de la maraña. Es el tubo de escape ante la decrepitud. En la misma situación de Bardales con la realidad está su mujer, Olinda Pinedo y otros protagonistas, como el policía que se hace pasar por mendigo en los basurales de la ciudad y que adora a Laura Antonelli, grande attrice italiana. Al mismo tiempo, siendo un marchamo en las creaciones de Vílchez, lo podemos ver en «Inquilinos de las sombras», a lo largo de la novela apela a la memoria histórica de la ciudad que cada día camina hacia el olvido. La revitaliza como la descripción de ciertos bienes culturales. Es una novela corta, la de Vílchez, que nos sacará seriamente más de una sonrisa porque nos muestra lo que somos.
P.D. Es de resaltar el empeño editorial de Tierra Nueva, esta iniciativa ha dado un golpe de timón a la inercia de las publicaciones en los trópicos. Como el verdadero río Marañón ha puesto a disposición del público diez publicaciones. Salud y enhorabuena.