El estío está entrando con fuerza por este lado de la tierra, la canícula asoma la patita. Muy de mañana hurgo los periódicos, el ritual matutino. Hace pocos días leía, solo el titular, de un boletín indígena, que pedían una Comisión de la Verdad sobre los crímenes del Putumayo, ocurridos principios del siglo XX. Me quedé perplejo por lo extemporáneo de la petición y su falta de palmos con la realidad. ¿Saben que las únicas voces inexistentes en el Putumayo son de las víctimas y muchísimas de ellas han fallecido? Una propuesta de este enjundia ¿Se habrá sido consultado con los integrantes de Pueblos Indígenas o son las buenas intenciones del sensible hombre blanco peruano? Estas son solicitudes que no llegan a buen puerto ¿Han valorado su impacto y otros quehaceres de la presunta Comisión? La memoria latente del Putumayo, con todas sus fortalezas y debilidades, es mejor que cualquier instancia burocrática de la verdad. Hay que apostar por robustecerla.
P.D. Los integrantes del pueblo indígena Asháninka, en Selva Central, sufrieron en los años ochenta y noventa, la crueldad homicida de Sendero Luminoso, a través de acciones contra hombres, mujeres, niños y niñas en los campos de concentración, que podrían lindar con el delito de genocidio, de acuerdo con los testimonios recogidos por la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú ¿Se han preguntado los solicitantes de la Comisión del Putumayo, cuáles son los avances sobre los temas de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición en los damnificados del pueblo Asháninka?
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