ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel
Cuando en enero de 1983 ocho periodistas fueron asesinados en Uchuraccay en la región Ayacucho la mayoría de peruanos descubrimos que había un poblado -hoy elevado a la categoría de distrito- en las alturas de Ayacucho donde la “civilización” no había llegado. A partir de esa tragedia -nunca en el mundo murieron en esas circunstancias tal cantidad de periodistas, ni quiera en Sinaloa, México- se hicieron estudios sociológicos, antropológicos, psicológicos y demás sobre ese poblado de la Sierra. Los peruanos habíamos descubierto un nuevo lugar para tratar de explicar la situación.
En noviembre del 2020 un grupo de nativos decidieron exigir igual condición de vida que sus hermanos y no tan hermanos que trabajan en el campamento petrolero conocido como Lote 195 en Bretaña. En la exigencia murieron Wilian López, Chemilton Flores y Elix Ruiz. Todos ellos kukamas del Puinahua. El Estado -ese ente tan abstracto en la urbe y más en los pueblos ribereños- se limitó a enviar un Ministro de Estado y al representante el Ministerio Público. Uno para dialogar con la población enardecida y otro para el levantamiento de los cadáveres. Muchos peruanos -y loretanos- se enteraban de esta manera que allá por el río Ucayali hay un campamento petrolero donde los que tienen la suerte de estar en ese lado tienen todas las comodidades mientras que los lugareños no acceden a agua potable, menos a energía eléctrica y ni qué se diga a servicios decentes de Salud y Educación. El escándalo duró poco y meses después el Perú oficial destaca que un futbolista nacional haya dedicado su éxito internacional a dos jóvenes fallecidos por reclamar democracia. Mientras las viudas de los kukamas asesinados en Bretaña cada vez que pueden llegan a Iquitos a exigir justicia. Quizás mueran en el intento, como sus esposos.
En marzo del 2021, gracias a que pasó a la segunda vuelta un profesor, una buena parte de peruanos nos enteramos de la existencia de un poblado de nombre Chota que está en la región Cajamarca, allí mismo donde un señor de nombre Atahualpa, dicen, entregó parte de la riqueza bajo el nombre de “Cuarto de rescate”. El pueblo adquirió mayor resonancia porque una de las candidatas decidió aceptar el reto de su contendor para debatir en la plaza del pueblo. Por ese hecho los medios trasladaron a sus enviados especiales hasta la capital de una de las trece provincias que conforman la región cajamarquina. Como el debate se trasladó hacia otros temas y lugares los chotanos volvieron a la normalidad. Mientras que los demás peruanos atinamos a sorprendernos porque el publicitado debate fue “bien moderado” por periodistas de la zona. Como si eso fuera un descubrimiento casi doscientos años después de la llamada Independencia.
Habrá que esperar qué otro poblado descubriremos con o sin muertos de por medio.