Toda ciudad es una historia colectiva y toda historia son hechos al azar que se ordenan cronológicamente. Una ciudad es lo que se dice o rememora de ella, lo que salta inmediatamente cuando se activa el mecanismo del recuerdo y queda como una imagen pétrea, casi eterna en nuestros pensamientos.
Alguien me invoca a escribir sobre Iquitos. ¿Cuáles son los lugares que deberíamos conocer al llegar a la ciudad? me inquiere, entusiasmada y ávida de datos, ante la inminencia de la fiesta mayor de la Amazonía. La verdad, no sabría decirle exactamente cuáles son los lugares que debería visitar. Al fin y al cabo, cada lugar son también nuestras propias proyecciones.
Si yo pudiera rememorar qué cosa es lo primero que me salta a la mente cuando me dicen Iquitos son los sitios que formaron parte de su mitología. Varios están a simple vista (el Malecón, la Casa de Fierro, Bellavista), pero lo son también aquellos que forman parte de la cultura pop de nuestra historia.
Hice una pequeña encuesta en el Twitter sobre los lugares que la gente debería conocer de forma ineludible al visitar a Iquitos. La convocatoria fue increíble. Hubo menciones a Nanay y a Quistococha, como también a la Biblioteca Amazónica, al Margaritaville o al Zorrito. Hay gente que se acuerda de los bares de Punchana (entre ellos el de Huerequeque) como algunas canchitas del Parque Zonal al mediodía. Un tuitero que vivió por esos lares es, incluso más detallista: recomienda ir a la parte baja de Belén a las 9 de la mañana (o, si se puede, a las 6 a.m.) y hacer el mismo recorrido en la parte, entre 4 y 6 de la tarde.
No se puede estar en Iquitos ni recorrerlo un día en moto, indica alguien.
Yo replico, inmediatamente, que no debería estar uno en Iquitos sin recorrerlo de punta a punta en la ruta circular de los ómnibus Etuisa. Y recorrer la carretera hacia Nauta.
Pero la gente se acuerda también de lugares que son como anexos inmediatos, que no forman parte directa de la ciudad. Existen quienes recuerdan con mucho cariño a los boras, a la unión de los ríos Marañón y Ucayali o un paseo por el Amazonas en algún crucero de lujo.
Hay gente que recuerda la primera vez que le dio el primer beso a su pareja y gente que comenta, divertida, los atracones que se dio en el Chifa Wai Ming, hoy Long Fung. Hay quienes quiere comer sushi regional en La Taberna del Cauchero. Hay gente que recuerda chapes locos en El Refugio y señoras que recomiendan con mucho fervor la Iglesia del Divino Niño. Incluso marcas como La Favorita o El Shambo son mencionadas todavía como, conjuros mágicos de alegría.
Las respuestas fueron tan variadas y disímiles que al final fue difícil encontrar puntos básicos de consenso. Hubo menciones a sitios, pero no todos tienen el mismo significado material y sentimental para las personas.
Pero también hay lugares que forman parte de la cultura, de los libros, de las películas o todo el material gráfico que forman parte de la mitología ya casi adquirida de esta ciudad. Hay gente que quiere conocer Iquitos por lo que leyeron de Pedro Lemebel, de Alberto Fuguet, de Jan Echenoz o de Javier Reverte. Que quiere descubrir aún si queda algo del Papa Piraña de Beto Ortiz.
Hay gente que quiere conocer Iquitos porque vio documentales de la National Geographic, porque se acuerda de la expedición de Jacques Costeau o porque alguna vez compró el perfume de nombre homónimo de Alain Delon. Hay visitantes que les encantaría visitarlo para hacer el recorrido de la Procesión del Niño de la Caja, para conocer las paredes donde están todas las pinturas kitsch que inspiraron el nuevo arte amazónico. Hay gente que quiere recorrerla porque lo recomendaron la CNN o la guía Lonely Planet.
Una ciudad, como se ve, son todas las cosas que nos cercan, pero también los lugares que nos han fascinado y que quisiéramos descubrir. Son aquellos puntos que están más allá de lo que vemos inmediatamente. Iquitos es el Noa, el Complejo, el Pardo, el Adonis o La Parranda. Pero también son los espacios que se ubican alrededor, a veces no tan al alcance de una aguda mirada. Son las cosas cotidianas que te hacen descubrir que en este lugar has vivido cosas que en ningún otro lugar.
Si me preguntaran por lo que no debes dejar de visitar, diría sin titubear la Iglesia Matriz. Sube hasta la torre, busca el campanario y empieza a tocar enloquecido. Así es como yo recuerdo a Mick Jagger y a Jason Hobbards, en las escenas que no salieron de Fitzcarraldo (pero es posible encontrar en el documental de Werner Herzog)
Y si pudiera, volvería a visitar una vez más las imágenes imponentes, increíbles de la Plazuela Castilla, en el instante en que se va el día y llega la noche, tal como recuerdo a Federico Luppi desmoronándose sobre ella en la escena final de El Lugar donde estuvo el Paraíso, una película rodada íntegramente en Iquitos y que muy pocos peruanos han visto.
Pero también les diría que visitaran el bar de La Shushupe, el personaje imaginario que da sabor a Pantaleón y las Visitadoras, libro increíble de Mario Vargas Llosa, hecho filme por Pancho Lombardi. El susodicho local, como es obvio, no existe, es ficción, pero vaya que sería un gran lugar para descubrir.
Creo, además, que todos deberían alguna vez, si se pudiera (de hecho debería permitirse), tomar una caminata cuesta arriba del viejo edificio de Essalud, ubicado en la Plaza de Armas. El trayecto puede ser penoso y extenuante, pero la vista final, para aquellos que logran alcanzar la cima, es la belleza absoluta de Iquitos, mirada desde su punto más alto. Más allá del deterioro y de los escombros de una época que pretendió ser fastuosa (y que se pueden apreciar en El Último Piso de Dorian Fernández) se erige un espacio de contemplación y paz.
Iquitos son todas las historias que escribí para mi libro IQT (Remixes), plagadas de personajes, de lugares, de sabores, texturas y detalles que quisiera recorrer otra vez, todas las veces que pueda.
Iquitos, como vemos, son cada una de las historias que sus habitantes – y quienes alguna vez lograron estar en ella – somos capaces de recordar. Es tiempo de recorrerla otra vez, reconectarse y descubrirla a todos los cientos o miles que la visitarán estas semanas. Buena suerte y buen trayecto.
Bellísimo artículo sobre los lugares tradicionales de Iquitos, al leerlo aquí en casa lejos, muy lejos de mi patria y del lugar donde nací, soy iquiteña, me vinieron a mi mente recuerdos de muchos lugares donde pasé mi infancia, como la plaza de armas, la casa de fierro, fui con mis padres muchas veces a Punchana en las fiestas de la Purísima,así como saboreé esos riquísimos helados en la Favorita y ni se diga que viví saboreando los famosos chupetes Shambo. Oh! que tiempos idos muy lindos, felicitaciones al autor de este bello artículo, que sólo hace resaltar más una vez, las cualidades maravillosas que tiene nuestra ciudad: Iquitos.
Iquitos tiene su radiografia academica en Ceta, un poco de historia formal deberia ser motivo de tertulias en el museo amazonico y sin duda visitar el cafe express es un paso inevitable para conocer sino todo, casi todo sobre la historia informal (no escrita) de iquitos se comento ahi. El aromatico cafe con una mezcla de anecdotas e legendas dibujan una historia que algun dia sera escrita.
Muy buen artículo, en Iquitos tenemos muchos sitios por recorrer y no nos damos cuenta de eso. Debe ser que hemos perdido un poco la noción de ciudad por que gracias a la moto, se ha perdido ese placer que se llama caminar.
Yo vivo en esta ciudad mas de 11 años y no he tenido la oportunidad de ver esas peliculas de culto como son Fitzcarraldo y El lugar donde estuvo el paraíso; lo que si pude ver hace algunos años por cable es una película argentina (no recuerdo el nombre) que fue grabada en Iquitos.
Sería bueno que la gente del INC consiga estas películas para placer de los que deseamos verlas.
si bien es cierto no soy Loretano de nacimiento si lo soy por decisión
Les invito a visitar la calle Las Camelias en San Juan. Y verán cómo este distrito es el mayor productor de barro, bichos de toda clase, aguas podridas. Y es el mayor exponente de la eficiencia de sus autoridades regionales. ¿Por qué no ponerlo entre los atractivos turísticos? ¿Quiere embarrarse hasta la cintura? Es barro medicinal y ecológico, por eso es que las autoridades están conservando el lugar. Quienes viven ahí y protestan por su estado es que no se han dado cuenta de su potencial. A un año de las obras con los chinos podríamos ganar el Record Guiness a la ineficiencia y violación a
los derechos de la población.
Los comentarios están cerrados.