Roberto Francisco Gonzáles Narváez, tiene 32 años y hace poco encontró la mejor manera de generar sus propios ingresos económicos, a través de la venta de maduros rellenos.

“Trabajaba con una señora, ella tenía un negocio, pero cerró y me quedé al aire, con sólo 20 soles que me había pagado, ni siquiera me dio una propina adicional ni nada. Un día estaba echado en mi cama, pensando qué hacer con los 20 soles, cuando un amigo me dijo que me iba a yapear 30 soles, me alegré, con eso ya tendría 50 soles, así que decidí arriesgar comprando maduros, el primer día vendí 13 maduros rellenos y así poco a poco fue aumentando mi venta”, cuenta Panchito el inicio de su emprendimiento.

Pero no todo es positivo en el negocio de Pancho, “lo más difícil es llegar con los pedidos a tiempo, pues voy de un lugar a otro llevando los maduritos rellenos en bicicleta. Tuve que aprender a manejar bicicleta y eso hace que a veces llegue retrasado en la entrega, porque voy despacio, por eso les explicó a mis clientes que voy a demorar un poco y me entienden”.

“Hay muchos que me chancan (critican), que no llego a tiempo, que doy un mal servicio, pero cómo llegaré a tiempo si voy en bicicleta, muchos me critican y no lo tomo en cuenta, porque son personas que lo tienen todo o no saben lo que uno vive, pero me defiendo, defiendo mi trabajo y no tomo en cuenta lo que hablen, lo importante es hablen de mí y mi trabajo, que hablen bien o mal, no importa porque sé defenderme”, narra Panchito. “Hace poco tuve un accidente, me golpeé con una moto a la que quería dar pasé, pero me terminó derribando de la bicicleta, me arrasó con la pata de la moto, menos mal que estuve con la mochila que me ayudó porque el golpe fue fuerte, pensé que me iba al cielo, fue un accidente horrible, pero acá estoy, sufriendo, sufriendo, pero estoy dándole, sin robar a nadie, ganando mi dinero honradamente”.

Este cocinero ciclista, quien rellena sus maduros con cecina, mantequilla y queso mozarella, para luego hornearlos, dice que no vive pensando en el futuro, sólo en el presente. “Me encanta pensar que no hay futuro, que hay un presente, pues eso lo estoy viendo. Me acaban de dar trabajo y estoy rechazando, porque encontré mi camino, seguiré con los maduros rellenos y tener un restaurante de comida regional. Me veo como el cocinero ciclista. También seré un dueño de empresa, quiero que las personas que trabajen conmigo lo hagan con una meta, que sueñen, que coman la misma comida de la carta, porque a mí me daban de comer lo que sea y eso no debe ser así”.