Este artículo lo escribo, como preámbulo de dos publicaciones siguientes, que estarán referidos al estadio “Max Agustin” y aeropuerto antiguo de nuestra ciudad; con el objetivo que conozcan los precedentes históricos que originaron su construcción. Para ello debo remontarme a la “Segunda Guerra Mundial”, donde el dominio de los recursos estratégicos jugó un papel geopolítico muy grande. Uno de estos recursos, el caucho, tuvo enormes implicaciones sobre el movimiento de fuerzas beligerantes en todo el planeta. En Asia Suroriental significó invasiones armadas y matanzas enormes. En América Latina, especialmente en la Amazonia, fue uno de los recursos estratégicos que marcaron el esfuerzo de guerra latinoamericano junto a los aliados. En realidad, los resultados de la llamada “batalla del caucho” fueron más del orden político que económico; ya que los Estados Unidos impuso finalmente el panamericanismo liderado por esa gran potencia y los PUEBLOS AEROPUERTO, que sirvieron para el embarque del caucho, que terminaron convirtiéndose en verdaderos enclaves para el dominio territorial, principalmente en los países de Colombia, Brasil y Perú, sobre sus respectivas regiones amazónicas.
Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, la situación del continente americano resultaba envidiable con relación al resto del planeta, por su desvinculación del conflicto. Si bien es cierto que en todos los países americanos hubo enfrentamientos ideológicos entre los partidarios del Eje y los partidarios de los Aliados, en la práctica ello no tuvo consecuencias decisivas hasta cuando Estados Unidos inclinó finalmente la balanza a favor de los Aliados, con su declaración de guerra al Japón, el 8 de diciembre de 1941, como consecuencia del ataque nipón contra la base norteamericana de Pearl Harbor en las islas Hawai. Durante los dos años que antecedieron la entrada de los Estados Unidos al conflicto, ese país buscó mantener la posición “neutral” que le permitió enormes ganancias durante gran parte de la primera Guerra Mundial y durante el período de la Segunda Guerra que se aplicó. Convertido en proveedor mundial de armamentos, EEUU absorbió gran parte de los recursos de Francia e Inglaterra, hasta que el primero fue invadido por Alemania y el segundo se encontró en la imposibilidad de pagar al contado sus embarques de armas y pertrechos. A partir de ese momento norteamérica se enfrentó al dilema de abandonar a su mayor aliado permanente o romper su aislamiento inclinando su poderío industrial en favor de Inglaterra.
Por un lado los avances de Alemania en Europa al tomar posición de Francia, Holanda, Bélgica, toda Escandinavia y los países del este europeo; hasta Rusia, le mostraron al pueblo y al Gobierno de los EEUU que el ataque desde el otro lado del Atlántico sólo era cuestión de tiempo. Estos dejaron al Japón en condiciones muy propicias para iniciar sus propias conquistas territoriales en Asia y en todo el Pacífico. Desde julio de 1937 los ejércitos nipones combatían contra los chinos, dirigidos por el generalísimo Chiang Kai-Chek, que al quedar vencidos los franceses Japón aprovechó para que se le permitiera establecer bases aéreas y navales en Indochina. A partir de esas bases resultaba fácil el lanzarse a la conquista de las colonias inglesas y norteamericanas; del Asia Suroriental que eran muy ricas en recursos estratégicos como el caucho (Indochina, Malasia, Birmania, Ceilán). En este contexto la guerra contra China había permitido a los japoneses una gran experiencia estratégica y un desarrollo armamentista que, en campos como la aviación y el uso de torpedos rápidos, era lo más moderno entre las potencias. Por eso, con estas ventajas y amparándose en el factor sorpresa, decidieron atacar simultáneamente los puntos más estratégicos del Asia Oriental y de las islas del Pacífico. Y atacaron la base norteamericana de Pearl Harbor en la isla de Oahu (Hawai), destrozando la Flota Norteamericana del Pacífico y completando la faena con la captura de las Filipinas y desde sus bases en la Indochina Francesa atacaron a Malasia, Tailandia, Birmania y las Indias Holandesas e Inglesas. Para finales del mes de mayo de 1942, Japón tenía en su poder los principales centros productores de materias primas del Pacífico Oriental y se disponía a organizar su explotación.
Ante estos acontecimientos, la consolidación de la llamada «solidaridad panamericana» se vuelve indispensable para los Estados Unidos. Se trataba de no permitir el desarrollo de gobiernos solidarios con el Eje en América Latina y mucho menos, que alguno de esos países llegase a participar como beligerante al lado de Alemania. En 1936, se realizó la Conferencia Interamericana de Buenos Aires, la que posteriormente fue ratificada en la “Conferencia de Río de Janeiro”, que terminó con la neutralidad continental. En ella se aprobó una resolución recomendando la ruptura de relaciones con Alemania, Italia y Japón. Todos los países americanos se adhirieron, aunque con algunas salvedades por parte de Argentina y Chile (U.S. Synthetic Rubber Program). Así es como Alemania, Italia y Japón pasaron a ser enemigos, todas las inversiones de esos países fueron decomisadas y el comercio con el Eje fue prohibido en todo el continente americano, excepto en Argentina. Aún, las personas que mantenían relaciones comerciales o simples simpatías nazi-fascistas fueron colocadas en las llamadas «listas negras» por los organismos de seguridad norteamericanos, lo cual significaba su muerte económica puesto que eran sometidos a boicot económico. Lo que significaba que prácticamente el único comprador de materia prima de los países de America Latina durante la guerra fuera EEUU. Pero el caucho resultó ser el problema más urgente y crítico al amenazar los esfuerzos de guerra de los Aliados y el parque industrial norteamericano. Al no poder contar con el caucho del Asia Suroriental, invadida por los japoneses, es por ello que se tomaron medidas muy drásticas para economizar al máximo posible esa materia prima y para desarrollar nuevas fuentes de producción. El caucho era ampliamente utilizado en la fabricación de neumáticos, llantas, artículos impermeables y aislantes entre otros artículos por sus excelentes propiedades de elasticidad y resistencia ante los ácidos y las sustancias alcalinas.
El mes siguiente a la caída de las grandes plantaciones caucheras del Asia Sur-oriental, los Estados Unidos ya estaba organizando comisiones para expandir la producción de caucho silvestre cultivado en Colombia, Perú y Brasil. Y estos comenzaron oficialmente con una visita de los técnicos de la Good Year. Quienes calcularon que unos 1,600 caucheros estarían trabajando para finales de diciembre, para sacar de la Amazonia una producción de 750 toneladas de goma mensuales. En cuanto a Loreto de acuerdo con las estadísticas se llegó a producir 9,400 toneladas solo en el primer año. Pero la consigna era sacar caucho de donde lo hubiera y así se hizo, Los métodos de extracción no variaron mucho, ya que muchos de los antiguos caucheros fueron contratados como «empresarios independientes» para reactivar los antiguos barracones. El cambio más importante provino del uso intensivo de la aviación para el transporte del producto. Pero esto tuvo consecuencias en el mercado interno, ya que la falta de llantas y neumáticos llegó a niveles dramáticos en Perú durante la guerra. Gran parte de los camiones, buses y automóviles del país debieron ser parados por falta de esos elementos, ya que los EEUU necesitaban todo su caucho para sostener el conflicto. La falta de autonomía industrial resultó una lección muy amarga para nuestro país que, prácticamente, debió rogarle a Brasil que nos vendieran llantas. Y es que claro, con un mejor manejo económico, el país de la zamba ya tenía sus propias fábricas, y sólo pudieron cedernos a los peruanos algunos miles de ellas, pues los problemas para obtener la materia prima eran grandes. Por eso, algunos pequeños industriales ingeniaron la forma de producir llantas de modo artesanal.
La explotación del caucho durante la “Segunda Guerra Mundial” en la Amazonia generó diversos efectos, debido especialmente, a los aeropuertos que debieron construir para exportar la goma. Y así nació lo que se denominó “los pueblos-aeropuertos”. Cuando, en febrero de 1942, se dio inicio a las caucherías de Loreto a favor de los Aliados, estas fueron hechas directamente por la “Rubber Development Corporation”, una poderosa agencia dependiente de los Estados Unidos pero que tenía un gerente peruano cuya misión consistía en mantener buenos vínculos con el gobierno nacional. Hasta ese momento, la única ruta posible para las gomas, era a través del Río Amazonas; previa escala en la ciudad de Manaus. Porque el peso de esos productos tornaba antieconómico su envío aéreo hacia Lima. Pero como las necesidades de guerra eran urgentes, los norteamericanos optaron por el medio rápido y directo del avión. Se utilizaron para ello el avión anfibio tipo Catalina, en los lugares con aguas profundas (utilizado para ello la base del Río Itaya), y el famoso Douglas DC3, mucho más rápido y que podía seguir en vuelo directo para los Estados Unidos. Para este último se construyó la pista del aeródromo Teniente Bergerie (al final de la AV. Mariscal Caceres); que además, en caso de guerra en América, podían ser utilizado por los Aliados. Paradójicamente, el avión condujo el caucho hacia Norteamérica pero unió el extremo oriental de la Amazonia peruana con la costa, por la producción de algodón (necesario por temas médicos en el frente de batalla), y produjo que el aeropuerto de Iquitos sea necesario para hacer permanente ese vínculo.
El aeródromo “Teniente Bergerie” se constituyó como una especie de núcleo, ya que venía acompañado con servicio de comercio y salud. Es así, como paralelamente se construye el “Hospital Iquitos”, que tenía como finalidad la imposición del concepto de patria. Las actividades de la “United States Synthetic Rubber Program” solo duraron hasta septiembre de 1944, cuando se dieron por concluidas las operaciones en la Amazonia. Es importante anotar que la explotación del caucho en la Amazonia Sudamericana aportó de manera importante sobre la necesidad de caucho de los aliados durante la guerra. Esto permitió a los Estados Unidos concentraran sus enormes recursos, en crear una industria de guerra (cuya superioridad llegó a ser aplastante en 1944), permitiéndoles contraatacar en tanto en el frente europeo, como del Pacifico; llegando en este último caso a los bombardeos directos sobre Tokio y las grandes ciudades japonesas. En agosto de 1945 el Japón había perdido todas sus conquistas de la guerra y en la parte meridional del archipiélago se habían introducido los norteamericanos despojándolos de las islas de Okinawa e Iwo Jima. El 6 y 9 de agosto vino el golpe final con el lanzamiento de dos bombas atómicas, una sobre la ciudad de Hiroshima y otra sobre Nagasaki, lo cual aceleró la derrota. El 2 de septiembre de 1945 los japoneses firmaron el documento oficial de rendición.