A raíz de un incidente personal y cotidiano del ejercicio de la violencia de un mal vecino, me guardo los insultos para otra oportunidad y en otro foro, he estado dándole vuelta al significado de despojar. Me he dado cuenta que el despojo forma parte de nuestra gramática personal y del día a día. He huroneado que inclusive hay toda una producción antropológica sobre el despojo. Para delimitar un territorio, de alguna manera, tenemos que lidiar con el despojo, ya sea de lejos o muy de cerca. Aunque los despojos no sólo están relacionados a los derechos de propiedad o del ejercicio de la posesión, traspasan a estos. Me interesan más los habituales, de lo que vivimos todos a lo largo de nuestras vidas, de aquellos que apenas se sienten y que nos damos tiempo después de esa violencia. Una de las primeras acepciones del significado de despojar del diccionario de la RAE es “el de privar a alguien de lo que goza y tiene, desposeerlo de ello con violencia”. En verdad, que este significado tiene mucha miga así como lo que podemos entender por violencia. Como señalaba, vemos que a lo largo de nuestra narrativa personal hemos tenido despojos algunos muy evidentes y otros más sutiles e invisibles, casi ni se detectan. Por ejemplo, la bulla en Isla Grande es un acto de despojo, se priva de la tranquilidad, de una vida saludable a través del ruido que es una suerte de violencia. Es más, en muchos casos se ha aceptado con resignación. Aunque nadie lo valora en la dimensión de un despojo, la tranquilidad, desgraciadamente, es un valor venido a menos. Hay un concepto de ciencias sociales que nos puede ayudar a entender mejor que es el de las “preferencias adaptativas”, es cuando la gente define sus puntos de vista alterando su preferencia través por cosas que la sociedad ha colocado fuera de su alcance, o sin formar esas preferencias, así lo reseña la filósofa Martha Nussbaum, que para el caso de Isla Grande el bien de la tranquilidad ha sido alterada por la bulla y los insulares las han digerido o tragado como normal la batahola. Nos adaptamos sin más como suele suceder con los despojos diarios, que lo vemos y sentimos, pero que es mejor negarlo para aliviarnos.