ESCRIBE: Percy Vílchez Vela
Era inevitable que el triunfo de la selección peruana de fútbol ante su similar de Chile tuviera sus grietas y resquicios. Aunque en el campo de los hechos se ganó por 3 a 0 en otro terreno resultó una derrota aplastante. Sucedió que mientras la gente estaba atenta al cotejo, amigos de lo ajeno hicieron de las suyas robándose todo lo que podían. Lo más grave ocurrió en esas reuniones que se hicieron para ver en pantalla gigante las incidencias del partido. Allí aparecieron encapuchados que con armas en la mano obligaron a los espectadores a soltar prendas y billeteras. Fue un robo en toda la regla y después nadie pudo ser detenido. De tal manera que esa victoria tuvo sus perdedores. Fueron los asaltados los que no pudieron festejar el brillante triunfo de los peruleros. Así todo acabó en derrota para ellos y ellas que tuvieron la mala suerte de caer en manos de los vándalos. Para el partido con Brasil se esperaba que los robos cesaran, pero estos se incrementaron.
Mientras los gallardos muchachos de la selección incaica se batían como bravos leones, buscando coronarse campeones de la Copa América, los delincuentes aparecieron otra vez con sus ínfulas de asalto y robo. Aparecieron en varias partes, hasta en las casas donde las familias están concentradas en el encuentro. Cubiertos con pasamontañas, armados hasta los dientes, exigieron la entrega de todas las cosas de valor y así vaciaron los hogares y se llevaron todo lo que pudieron. El partido seguía de largo y los asaltantes siguieron haciendo de las suyas en forma descarada ya que nadie salía a hacerles el alto. Es que los mismos policías y los uniformados estaban entretenidos en el partido definitivo, en la gran final. Al término del cotejo quedó en el país la sensación de vandalismo arrasador que se aprovechó del fanatismo pelotero.
En el presente, las cosas han cambiado en el Perú. El fútbol ha desaparecido y nadie patea la pelota. Para combatir a los hampones del balón, a los bandoleros del fútbol, se tuvo que prohibir ese deporte en todas las canchas de la Nación. De esa manera se cortó por los sano la intención de los delincuentes de seguir aprovechándose de los partidos que entonces se jugaban. Hoy la gente se dedica a otros deportes como el casino, el cachito y la adivinanza con animales.