Y  se ha vuelto común y corriente que ciertos patrulleros requieran del esfuerzo de los pobladores quienes deben empujar esas unidades hasta que arranquen los motores. Es decir, esos autos requieren de ayuda, de impulso para que puedan seguir funcionando. Ello revela lógicamente que algo anda mal en la policía que no puede evitar que sus patrulleros tengan desperfectos. Así no es la cosa.