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UN PEQUEÑO HOMENAJE A UNA MAESTRA DERECHA: JOSEFA ALEGRÍA RÍOS-GIL

 

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

GORRO En realidad Josefa Alegría Ríos-Gil tenía pensado dejar “Maria Reiche” hace varios años, pues las incomprensiones y carencias presupuestales de la sede central de la UNAP, unida a “los celos” de los funcionarios “progresistas” de la Facultad de Educación y Humanidades, impedían el desarrollo. Tuvo que enfrentar estoicamente esas circunstancias hasta que tomó la decisión. Hoy se mantiene en el sistema educativo por un programa del Ministerio de Educación. Su legado en la entidad que se inició con ella como directora es innegable y visible. De eso trata la crónica semanal de Jaime Vásquez que es un homenaje periodístico a quien debería recibir no uno sino muchos homenajes de instituciones amazónicas por ser una maestra, de las que hay muy pocas.

Enterado que ha decidido retirarse de la Dirección de “María Reiche” comienzo a indagar entre sus colegas: qué piensan de ella. Todas han sido sus compañeras de trabajo, algunas de estudio, otras de profesionalización. Todas la conocen. Y al leer lo que piensan inmediatamente pienso en la letra de una canción, en las frases musicalizadas, porque su vida ha sido llevar alegría educativa a los niños. Lo que leo es música para mis oídos y espero que también para los de ustedes. Atención:

“Excelente persona, profesional y líder que supo conducir la institución y a todo el equipo para brindar no solo un buen servicio sino la búsqueda constante de nuevas propuestas para la mejora de la intervención pedagógica teniendo como prioridad siempre a los estudiantes, que no es común en las escuelas, sin ella no sería lo que es hoy el Maria Reiche, porque nunca perdió de vista el objetivo, a pesar del maltrato económico, ganaba menos que los profesores pagados por la DREL, maltratos recibidos por la UNAP y las trabas puesta por la Facultad de Educación solo por celos profesionales. Persona íntegra, honesta, comprometida y apasionada por su trabajo de educadora”. Es el compendio de lo que es ella para sus colegas. Así es Josefa Alegría Ríos-Gil, Chepita para muchos.

Todo está dicho en ese párrafo. Pero, claro, hay que añadirle más cosas, de la cosecha periodística. Un escueto escrito publicado el 15 de marzo en la página oficial del colegio daba cuenta: “Primera Asamblea General de Padres de Familia.

Emotiva reunión, en la cual la profesora Josefa Alegría Rios Gil se despidió de la institución, la cual fue dirigida acertadamente por su persona por 23 años consecutivos.

Éxitos en sus nuevos proyectos profesora Josefa”. El 1 de abril dejó su oficina y en el sillón y pupitre quedará impregnado para la posteridad lo que hizo en ese colegio de Inicial.

Egresó de la Facultad de Educación en 1992. La especialidad: Educación Inicial. Fueron doce las graduadas de una promoción que no tenía nombre, a pesar que las egresadas darían renombre a la UNAP, muchos años después. Cinco de esa promoción iniciaron el trabajo en Maria Reiche: Elizabeth, Deyka, Maribel, Silvia y Josefa, directora que ganó el puesto por concurso. A tres de ellas las propuso Elvira Donayre y a Silvia fue la propia Josefa quien la propuso porque estaba en el segundo lugar en el cuadro de méritos.

Hoy, 2019, Maria Reich se ha ganado el respeto de la comunidad. La infraestructura fue una donación del Club de Leones y quien elaboró el proyecto fue Elvira Donayre, a quien el rector de la UNAP de ese entonces, José Torres Vásquez, le encargó semejante tarea. La infraestructura no lo es todo, el capital humano es igual de importante. Y ahí apareció Josefa Alegría junto con otras docentes. Espacios adecuados, aulas especiales, horarios germánicos como haciendo honor a los leones de Alemania que aportaron para la construcción del plantel.

Cuando supe de su alejamiento le pregunté qué pensó la noche de su despedida. “Yo sabía que en algún momento tenía que dar un paso al costado para que la institución continúe con una nueva generación de maestras. Fue difícil decir adiós a lo que fue parte de tu vida durante muchos años”. Resume su vocación en esta frase: “Enseñar implica emoción, desprendimiento, compromiso y acción para ayudar a los estudiantes a sacar lo mejor de sí mismos”. Ahí está el detalle, pensar en los demás, antes que pensar en sí.

Todo se inició cuando la Facultad de Educación de la UNAP convocó a concurso la plaza de Dirección de un nuevo jardín en Iquitos, que serviría como centro de experimentación pedagógica en educación inicial a los estudiantes de la facultad. Ella ganó el concurso y el 15 de abril de 1996 ya se iniciaba el primer año escolar. Han pasado 23 años de esa mañana y sin darse cuenta ha sido parte de la formación de un mañana mejor para cerca de cinco mil niños que con el polo blanco, el pantalón verde y los zapatos bien lustrados alborotan las aulas y patio del colegio.

Había egresado cuatro años antes, aunque sumaba como diez años que ya estaba en el sector. Se formó como maestra ya estando casada y con un hijo, por lo tanto era una necesidad trabajar. Junto con los estudios universitarios ocupó licencias de docente en varios jardines y programas No Escolarizados. Cuando le tocó concursar para Directora, por su condición de centro experimental y de aplicación, desde el inicio tuvo definido claramente que no podía ser un jardín más, tenía que diferenciarse en el servicio educativo que brindaba, así como debía obligatoriamente convertirse en un centro de investigación e innovación pedagógica. Con esos objetivos claros era muy difícil fracasar en el intento. Y, hoy, ya retirada de la Dirección desde el primer día de abril, cree que por el derecho a una educación de calidad que tienen todos los niños, es una necesidad que esta experiencia pedagógica sea imitada y mejorada, adaptándola obviamente a los recursos que posee cada institución.

Cuando uno se entera de lo que Josefa hizo en Maria Reiche se piensa que fue una réplica de otras experiencias y que, sin ser calco y copia, el mérito y éxito es colectivo a pesar que en ella se resume buena parte de la historia del colegio. El modelo pedagógico implementado no fue una réplica, fue una construcción a partir del conocimiento de varias experiencias académicas exitosas, tanto a nivel nacional, como internacional. Fue una creación heroica. Ella ha viajado mucho, precisamente para conocer en qué coincidía con la propuesta de María Reiche y cómo se podía implementar. Sus viajes, ya sea a Israel o a Colombia, donde fue becada por la OEA, fueron fundamentales. Conocer sistemas educativos de otros lugares le ha permitido la perspectiva profesional amplia y llevó a que planteara al equipo de docentes metas más ambiciosas.

Para graficar todo ello recuerda un ejemplo: En el año 2000 propuso la creación de un espacio en el cual los niños pudieran ensayar habilidades investigativas a través de experimentos sencillos. En su momento fue todo un reto para la plana docente. Fue ella la que insertó en el Proyecto Educativo el arte como columna vertebral del modelo y que ahora sustenta el trabajo con los niños. Ya sabemos que el arte no es valorado en su real dimensión, sobre todo en el sinfín de beneficios que aporta al proceso de enseñanza aprendizaje. Y eso se hizo y seguro que seguirá haciéndose en el colegio.

Josefa recuerda su viaje a Israel como uno de los más impactantes. El sistema educativo que se desarrolla es excepcional. En el 2000 fue becada por la Embajada de Israel y participó del curso “Desde el Centro maternal hasta el Primer Grado” en el Centro Internacional de Capacitación Golda Meir, en Haifa. Fueron dos meses de intensos estudios de las nuevas corrientes pedagógicas y de visitas a centros de educación infantil. Eso cambió de manera sustancial la visión en cuanto al concepto del niño y a la actuación del docente en el aula, comprendió que la verdadera revolución educativa debe suceder en el aula y en las interacciones emocionales que logre el docente con los estudiantes. “Todo eso se logra, cuando el docente se encuentra bien preparado y desarrolle su trabajo bajo principios éticos”, nos señala como una máxima que lamentablemente pocos docentes han comprendido. El curso que hizo en el 2001 en la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia sobre Gerencia de Instituciones Educativas también le ha permitido adquirir las herramientas para potenciar la gestión pedagógica y administrativa que venía desarrollando.

El trabajo docente ha sido el sustento del crecimiento de Maria Reiche, sin duda. Chepita es una muestra de ello y las docentes que han pasado por sus aulas, también. Pero los padres de familia, los alumnos, la comunidad, es decir los que conforman un centro educativo no fueron excluidos. No se vaya a creer que un colegio es una isla donde la directora ordena, los maestros cumplen y los alumnos acatan, mientras que los padres de familia, miembros de la comunidad, están alejados. Eso lo sabe Josefa y por eso no duda en decir que no se hubiera alcanzado todos los logros sin la participación de padres de familia y sin docentes de primer nivel, con vocación y bien preparadas que se identificaron con la construcción del modelo pedagógico.

En Maria Reiche los padres de familia también deben considerarse matriculados. Los niños no podrían avanzar en su desarrollo si las dos instituciones más importantes de la sociedad no se ponen de acuerdo para otorgar al niño todas las oportunidades que necesita para desplegar sus potencialidades.

¿Y los niños? Para Josefa los niños en una institución educativa deben ser el centro de toda la movilización personal y organizacional, respetando sus características, intereses y necesidades, para generar en ellos aprendizajes que impulsen su desarrollo. Ellos son la razón de ser de la escuela.

Hasta el 2018 han egresado de Maria Reiche 4,200 alumnos, quienes están totalmente agradecidos por lo que significa el colegio en sus vidas. Así los hacen saber cada vez que se encuentran con los egresados y que hoy ya están siguiendo estudios universitarios. Ellos son tan agradecidos como Josefa lo está con Delia Perea, Beatriz Nájar (Q.E.P.D), German Durand, Elvira Donayre, Gabel Sotil, entre otros. Eran otros tiempos, es verdad, pero el mejor legado que puede dejar una maestra es que en su momento haya atendido emocionalmente a su alumno, especialmente a los niños pequeños, que necesitan construir una seguridad afectiva que le permita relacionarse con éxito con los demás.

Le preguntamos sobre el rol que jugó su familia en su formación universitaria y trabajo docente. Trascribimos lo que contestó: “Mi familia siempre me ha dado apoyo incondicional, primero para concluir mis estudios universitarios de pre grado, luego los de post grado y para continuar actualizaciones y especializaciones en las que constantemente estoy participando. En resumen, mi familia ha estado presente incondicionalmente para brindarme el soporte emocional y el aliento para realizar todo lo que hasta ahora he venido desarrollando”.

Ya convencido de los resultados que deja en el colegio le envío una pregunta final: ¿Cuál ha sido el momento más feliz de los 23 años en María Reiche? Responde:

“Hubo muchos que me dieron mucho orgullo. Los tres congresos internacionales en educación, que fueron todo un éxito en la comunidad educativa, logramos reunir a personalidades académicas nacionales e internacionales y que han contribuido en la formación de los docentes. La primera y la última presentación de la Revista Pedagógica “La Gota que Camina”, que tuvo 25 números consecutivos, ha sido muy satisfactorio alcanzar ese récord”.

Claro, esos logros son importantes para el exterior. Para dar a conocer el trabajo que desarrollan y la capacidad organizativa que poseen. Pero la alegría de aquello de “paciencia y cariño fortalecen al niño” ella explica así: “Lo que me daba permanente alegría, ha sido disfrutar de la interacción con los niños, sus ocurrencias, su aprendizaje, su sinceridad, su creatividad, su imaginación… todo de ellos es increíble… me han enseñado muchísimo, puedo decir que ellos me han hecho maestra”. Y qué tal maestra, la mejor maestra, la mejor educadora, quien ha seguido los pasos dejados por antecesoras y formadoras como Victoria Barcia Boniffatti o Elvira Donayre. Y que ojalá tenga seguidoras no sólo en María Reiche -que es una obligación- sino en los demás centros educativos de la región.

VOLADA Hasta el 2018 han egresado de Maria Reiche 4,200 alumnos, quienes están totalmente agradecidos por lo que significa el colegio en sus vidas. Así los hacen saber cada vez que se encuentran con los egresados y que hoy ya están siguiendo estudios universitarios. Ellos son tan agradecidos como Josefa lo está con Delia Perea, Beatriz Nájar (Q.E.P.D), German Durand, Elvira Donayre, Gabel Sotil, entre otros.

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