El señor Armando Almeida se aferra al cargo como un bicho. Sin hacer nada, sin proponer nada, no es capaz de agarrar sus bártulos y sus chivas y largarse del cargo. Como un verdadero zángano se queda dando la vuelta en la oficina, rascándose el fundamento y cobrando descaradamente. Lo peor de todo es que nadie dice nada. Es decir, la autoridad regional el mantiene en el cargo como una contribución a la mediocridad de la gestión.