La palestra en este lado de la península está inundada de rabia. Gritos. Hace unos días se supo que una joven profesora fue asesinada por una persona que había sufrido condena y llevaba unos meses libres. En lugar de reflexionar por este grave hecho aquí se berrea. Los que gruñen no son solo los de la derecha también la izquierda se sube al carro. Se vuelve un griterío de sordos, nadie hace el esfuerzo por escuchar al otro. Así que esto se convierte en un guirigay ininteligible, claro, perdemos todo en el debate. Simplemente no hay sana discusión para resolver los problemas de la ciudadanía. Se irrumpe voceando. En esta jovencísima democracia de baja intensidad hay una cuestión que llama la atención es con relación a los restos del dictador Franco en el Valle de Cuelgamuros denominado “El valle de los caídos”. Por cuestiones de un proceso de transición de claroscuro este lugar se ha convertido en la peregrinación de los nostálgicos de la dictadura. Es decir, los valores de la reconciliación fueron dejados de lado y primó el culto al dictador de parte de sus partidarios. También es sabido que muchos de los turiferarios provienen de los sectores conservadores ¿dónde quedó la reconciliación?, ¿esta es acaso papel mojado? Recordemos que en Europa de lo setenta, el caso de España y Portugal fueron casi los últimos países en abrazar y acogerse al sistema democrático dentro de un peculiar proceso de transición, lo que llama la atención es que en lugar de buscar puntos de encuentro se exacerban más los puntos de desencuentros, claro, se termina en una batahola que cada una de las partes termina sacando lo peor de sí. Mientras tanto la tumba de quien representó a una sangrienta dictadura sigue durmiendo en un lugar que debió ser un centro de la reconciliación. Sabemos quienes ganan cuando el río está revuelto.