Monseñor Miguel Irízar, oibispo emérito del Callao, falleció este sábado en la comunidad de Deusto, en Bilbao (norte de España), donde vivía desde el 2015.
Mañana se celebrará el funeral, presidido por el obispo de Bilbao, a las cinco de la tarde en la parroquia de la Pasión y San Felicísimo de Deusto. Aunque durante los últimos años su salud había resentido su fortaleza, sus compañeros pasionistas le describen como una “persona optimista y cercana”, quien ha realizado una labor pastoral fructífera.
Labor de servicio
Monseñor Irízar se consideraba “al igual que muchos vascos”, una persona “abierta al mundo” y que se “integra pronto” al lugar en el que esté. Y así lo demostró junto al pueblo peruano durante más de 50 años de servicio, 17 de éstos en la selva.
Una actitud de cercanía y “su alegría” eran sus características más sobresalientes, a modo de ver de las personas que le conocieron. Así lo corrobora Aita Martzel Andrinua, pasionista en la comunidad de Orue (Amorebieta). Jesús Goikoetxea, superior de la comunidad de Deusto, formada por 30 religiosos con los que Monseñor Irízar ha compartido vida durante los últimos tres años, le describe como «una persona optimista», aunque su delicado estado de salud desde que llegó de Perú le había minado esa fortaleza.
Realizó una gran labor pastoral promoviendo la creación de nuevas parroquias y formando seminaristas de otras jurisdicciones en los dos seminarios diocesanos del Callao. Fundó el primer monasterio de Carmelitas Descalzas en aquélla diócesis. En Pachacútec puso en marcha el proyecto Universidad Laboral para formar a los jóvenes del lugar.
Retazos de su biografía
Monseñor Miguel Irizar se ordenó sacerdote en 1957, en el santuario de la Virgen de Aránzazu. Llegó a Perú en 1960 y allí inició su labor pastoral en la parroquia Virgen del Pilar, en el distrito de San Isidro. Durante los años 1961 a 1965 fue profesor de Doctrina Social de la Iglesia y de Ética en la Universidad Católica. Asimismo, trabajó en la organización de la Misión Conciliar de Lima y de 1969 a 1972 fue Superior Regional de la Congregación Pasionista en el Perú.
El papa Pablo VI le nombró Obispo Misionero del Vicariato de Yurimaguas (provincia del Alto Amazonas) y fue consagrado obispo el 25 de julio de 1972.
Como miembro del Consejo Pontificio ‘Cor Unum’, tuvo reiterados encuentros con el papa Juan Pablo II, quien le nombró obispo Coadjutor del Callao (Perú) en 1989 y obispo diocesano, en octubre de 1995. Fue Secretario General de la Conferencia Episcopal Peruana en dos períodos y presidente de Cáritas del Perú.