Con el cabello encanecido y la misma rebeldía de todos los años César Hildebrandt confesó ante Renato Cisneros que está feliz porque vive con la mujer de su vida –sarcástica y tímidamente ha dicho “a la segunda fue la vencida”. Y uno escucha al periodista y nota que en el set de “Nada está dicho” se encuentra Rebeca Diz, esa colega que viniendo de España ha traído consigo la complicidad necesaria para que el mejor entrevistador de la prensa peruana encuentre la pareja ideal. Suena cursi, es verdad. Pero no hay que temer a la cursilería.
Con los ojos inquisidores que la genética le ha regalado y la picardía que brota de su lengua Jaime Bayly ha confesado a todo el auditorio de la sala “Blanca Varela” de la Feria Internacional del Libro que ama a Silvia, la no tan chiquilla que le ha declarado hace varios años su amor en vivo y en directo y ha dicho con el desparpajo consanguíneo que un libro es la compañera más fiel, pues hasta las mujeres son infieles pero un libro no. Uno voltea la mirada y ve el rostro angelical de Silvia con la sonrisa cómplice de siempre y nota que ha sido capaz de domar los arrebatos luciferescos de uno de los entrevistadores más provocadores y provocativos que la televisión ha engendrado.
Y ambas periodistas, con estilos diferentes, son la continuidad de hombres que han reconocido en público la importancia de la mujer en la vida. Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura 1982 ha elevado a la inmortalidad a Mercedes, su esposa, afirmando que en los personajes femeninos de su novela está la figura de ella. Manteniendo la ecuanimidad en los momentos de zozobra. Ante la turbulencia siempre está presente la decencia ecuánime de las damas que han hecho de los ilustres unos moderados académicos. Así como Gabo podíamos enumerar a otros más. Claro, Gabo ha tenido la certeza que Mercedes desde la niñez estaba destinada a ser su compañera de vida hasta la muerte. Como así fue.
No pocos dirán que ese reconocimiento es lúdico y hasta parte de una moda. Puede ser. Es posible. Sin embargo, es inevitable aceptar que ya la mujer es protagonista de una historia que siempre la escribió. Que ha dejado de aparecer como seudónimo para convertirse en visible. Y que no es un aviso al público el reconocerlo sino un acto de justicia para ellas y, también, para nosotros.
Una sociedad que ha hecho del machismo un vehículo de discriminación y agresión tiene que celebrar que se acabe ese período. Por eso este columnista ha querido reseñar el reconocimiento que han hecho César Hildebrandt y Jaime Bayly en los últimos días al papel que han tenido las mujeres en sus vida y, también, recordar la inmortalidad que impregnó a la compañera de sus días el Nobel de Literatura colombiano. Claro, es también para reconocer la vitalidad y laboriosidad que han dado las mujeres que han prevalecido en mi vida, de las que seguro escribiré en el futuro.