Tengo mi amigo Martín Zela que es muy consecuente con la lucha del magisterio, pero no cree en la huelga y menos con esta en especial. Todos los días hace su mejor esfuerzo por mejorar los niveles de enseñanza y aprendizaje en las aulas adonde asiste a acompañar a otros docentes como él, a mejorar el sistema educativo en general. De hecho ha sido uno de los más entusiastas en la huelga del año pasado y cree, como muchos profesores, que si duraba una semana más hubieran obtenido todo lo que pedían los maestros.
Pero no se logró por el ya famoso divisionismo que hay en el magisterio nacional. Hasta tres sindicatos que se pugnan una parcela de profesores que además están incrédulos ante las propuestas de cada uno de estos dirigentes porque en la mayoría de los casos pugnan por tener un poquito de poder ante el verdadero poder que lo tiene el gobierno. Y, como no cree en esta huelga que además considera que se está cayendo de aburrida y escasa, continúa bregando y dándole duro al acompañamiento a los docentes que monitorea.
Antes que muchos, merece el nombramiento que no tiene. Se prepara con la suya, está alerta a las novedades educativas, postula ante la indiferencia de un Minedu que cada vez, a diferencia de lo que anuncia, acorta las plazas y genera un cuello de botella por donde pasan unos cuantos como Martín, pero que no son los suficientes.
Lamentablemente para él y para miles docentes van a tener que seguir esperando. Con la indolencia y un desconocimiento general de lo que pasa en el aula real que ha demostrado este ministro Daniel Alfaro y sus voces amenazantes y con los pocos maestros en huelga, la cosa está como para esperar. Tomar aire e intentar agruparse. Cosa difícil, sino imposible con esta especie de mafia que se ha apoderado del sindicato de Patria Roja que parece tener el mismo discurso oficialista. Por eso reflexiona y sigue poniéndose su terno y su mochila negra y recorre cada uno de los colegios que tiene a su cargo.
Si ese trabajo de unidad no va venir desde el sindicato, si esa apertura a más plazas y aumentos tampoco lo va hacer el gobierno y menos con este ministro, me pregunta. ¿Cómo ponemos a la Educación en las decisiones de verdad? No tengo la menor idea le respondo. Actualmente hay una sociedad totalmente apática con el entendimiento que mejorar una educación significa mejorar la sociedad. Ni siquiera asocian directamente que sus hijos bien formados, acredita un futuro mejor.
Estamos en un punto muerto creo. Una huelga significa tener poder y compromiso y eso se desgastó el año pasado. Actualmente existe una propaganda brutal y torpe que relaciona a Pedro Castillo con el Movadef y cierta prensa se traga (o conveniente traga) ese cuento. Pero cala en ciertos sectores que aplauden que se reprenda a los maestros por “vagos”, “ignorantes” y “responsables” del porque sus hijos sigan igual de ignorantes que los padres.
Este punto muerto es tal vez lo peor que le está pasando no a la educación sino a la sociedad en general. Cuando se entienda que el maestro es engranaje crucial en la educación y desarrollo y valorarlo implica mejorar todo el sistema y su forma de vida, ese día cambia todo. Lamentablemente a Martín no le queda que seguir poniéndose su mochila y seguir – tal vez – arando en el mar.