Hace doce años, empecé, sin pausa alguna, el gusto por la literatura y la buena lectura en especial. La primera obra literaria – con cuya magia me convenció a perderme entre sus páginas y disfrutar, aunque imaginariamente de una realidad ajena al presente inmediato mío – recuerdo fue Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Como un punto de partida fue fructífero y las emociones eran igual de buenas que el ímpetu de sus personajes. Ser capaz de transformar el conjunto de palabras en cada párrafo a majestuosas representaciones mentales a las que llamaré realidad alterna, con imágenes concretas o algunas difusas, me ha permitido descubrir los primeros indicios de la felicidad.
Los lugares comunes, los menos imaginados, los míos, los ajenos sirvieron como espacio para descubrir el mensaje de alguno libro o texto específicamente (de revistas, folletos, boletines, diarios, panfletos, etc.) sin juzgar nunca a su portada o su aspecto físico. Las excusas para emprender tan corto o en ocasiones largo trecho fueron muchas también, pero no necesario recordarlos todos o menos decirlos, porque, asume importancia en estos tiempos lo que pude rescatar de aquellas lecturas y cuanto cambiaron mi visión del mundo.
En el Perú los índices de lectura y la comprensión de la misma son muy bajos, ejemplo de ello son los últimos resultados de la prueba PISA, donde no alcanzamos ni el promedio de evaluación. En contraposición al entusiasmo por sintonizar algún reality que la televisión de la mediocridad ofrece y se refleja en su rating, las personas tienen un 59% de desinterés para leer (Encuesta Político – Social GFK 2017). Las excusas son muchas y de toda índole, pero, concuerdo en la idea que el gobierno desde tiempos memoriales poco ha invertido en educación, cultura y salud (que también compete). Las actividades en torno a la lectura, literatura, cultura, historia o aprendizaje en general son minúsculas, aunque esperanzadoras en los últimos meses.
Por el día del libro se organizaron significativas actividades, e Iquitos no fue extraño a esto – asombro trajo a más de uno esa iniciativa de las autoridades – pues se inauguró el lunes 23 la Feria del libro amazónico que va hasta el viernes 27 de abril. Los invitados como Marco Martos, presidente de la Academia peruana de la lengua, Jorge Coaguila, periodista, escritor y especialista en la obra de Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa, junto a otros referentes periodistas y escritores estarán durante la semana presentando sus libros, ofreciendo ponencias y disfrutando del evento con la población asistente.
Sin duda alguna, sumergirnos en una obra literaria, histórica o científica nos permite crecer como personas y como sociedad. Combatir las diferencias en tiempo y espacio es sorprendente con la buena lectura, uniendo sin importar el lenguaje nuestras tradiciones, costumbres, creencias y hasta perjuicios o defectos que a simple vista parecen separarnos.