Las autoridades arrestan frecuentemente a personas que pretenden pasar desde Hong Kong a China continental con decenas de teléfonos pegados en el cuerpo o en carritos de bebé
Para los agentes de aduanas que vigilan la frontera entre Hong Kong y Shenzhen, en China, los episodios de contrabando de teléfonos de alta gama como los iPhone son un clásico. Los dispositivos de Apple pueden llegar a costar un 20% menos en la excolonia británica que en el resto del país debido a la menor carga impositiva, lo que ofrece una oportunidad de negocio inmejorable para las bandas criminales que operan en ambos lados. Las autoridades arrestan recurrentemente a personas que pretenden pasar hacia China continental con decenas de teléfonos pegados en el cuerpo o escondiéndolos, por ejemplo, en carritos de bebés. Pero los hay también que usan métodos muchos más sofisticados, incluso con la ayuda de drones.
Las autoridades de ambas ciudades arrestaron recientemente a 26 personas acusadas de pasar ilegalmente teléfonos por valor de 64 millones de euros. El método es el más sofisticado visto hasta ahora por los agentes. En plena madrugada, y desde dos pisos situados en un edificio en las inmediaciones de la frontera en Shenzhen, los detenidos ataban dos cables de 100 metros de largo a dos drones y los hacían volar hasta una casa en territorio hongkonés, desde donde operaban sus colaboradores.
Una vez ambos lados se hacían con los cables, los amarraban a unas ruedas mecánicas gigantes. Gracias a su impulso, las bolsas repletas de teléfonos que ataban a los alambres tardaban apenas un minuto en sobrevolar los 200 metros de distancia entre ambos puntos. Teniendo en cuenta que operaban entre la una y las cinco de la madrugada para evitar ser descubiertos, la policía estima que la banda era capaz de transportar entre 10.000 y 15.000 teléfonos (muchos de segunda mano) cada noche. Cuando se acercaba el alba, los drones volvían a transportar los cables hasta su origen, los pisos en Shenzhen.
Chen Liang, subdirector de la Oficina Anticontrabando de Shenzhen, aseguró a un periódico local que las operaciones de la banda estaban muy bien calculadas. “Los pisos estaban cubiertos con materiales aislantes para insonorizar y amortiguar el ruido de las ruedas motorizadas y así pasar desapercibidos”, explicó.
El grupo de contrabandistas fue desmantelado a principios de febrero gracias a una operación conjunta de las fuerzas de seguridad de ambas ciudades, aunque el caso no se hizo público hasta finales de marzo. En el momento del arresto, los agentes encontraron 4.000 teléfonos móviles en los pisos de Shenzhen y 900 en la casa de Hong Kong. La banda ganaba unos 3,5 euros por teléfono enviado, según confesaron, aunque el importe dependía del modelo y si era nuevo o de segunda mano. Se calcula que la banda operó sin ser descubierta durante unos seis meses, con lo que el importe defraudado asciende a decenas de millones de euros.
Visto el caso, las autoridades aduaneras en Shenzhen aseguran que reforzarán su vigilancia también con equipos de alta tecnología que puedan identificar a drones. Aunque esto podría no ser suficiente: hace pocos años, explica el rotativo hongkonés South China Morning Post, se desmanteló una red que usaba un método similar basado en transportar productos al vuelo atados a un hilo de pescar. Para engancharlo al otro lado de la frontera no utilizaron drones, sino que simplemente lo dispararon con una ballesta. (XAVIER FONTDEGLÒRIA– EL PAIS)