Sin grandes explicaciones y sustentos reales pero sí una gran polémica es lo que ha generado el intento de la Comisión Permanente del Congreso por aprobar una nueva iniciativa legislativa, presentada por la congresista fujimorista Rosa Bartra, que busca crear una modalidad formativa que únicamente sería aplicable para los estudiantes de centros de educación técnico-productiva e institutos de educación superior tecnológicos, bajo una acriollada con el nombre de “experiencias formativas en situaciones reales de trabajo”.
Con ello, la semana pasada se demostró en una nueva oportunidad lo despistado que se encuentra el Congreso sobre la interpretación de nuestra realidad, la educación en el país y la reforma laboral, en cuanto al tema compete. Este proyecto de ley se aprobó sin una representación sensata de haberse discutido. ¿Acaso ninguno de los legisladores creyó interesante plantear objeciones o advertir los riesgos de su aprobación? Si el hecho se presenta de ese modo, ¿qué hacen los “padres de la patria” en el Congreso?
En ese sentido, se dejó en manifiesto el nulo interés de la bancada fujimorista principalmente por mejorar el sector educativo, un sector que debería ser el más cuidado y atendido junto a la salud en el país. Hemos sido testigos a su vez del poder de los lobbies, su capacidad de controlar y posiblemente traerse abajo la reforma educativa. Cómo estos grupos pueden manipular las leyes con tal de favorecer sus negocios o conglomerados, en los que muchos congresistas o dirigentes de los partidos políticos tienen acciones o inversiones.
También, lo más revelador e importante en este contexto es la reacción de rechazo, en las calles, por “algunos” miles de jóvenes manifestantes, pese a que esta iniciativa fue planteada por la bancada de la mayoría en el Congreso, un grupo que parece asumir liderazgo, del malo vale recalcar, ante una precaria autoridad presidencial. Esto produce una desazón en el ciudadano de a pie ante cada intento de los parlamentarios por legislar que solo consigue degenerarse en una pequeña crisis. Asimismo, en el grado actual de la deformación que vivimos, cada pequeña crisis paraliza al país y congela a la autoridad. Se revela con eso la repelencia entre el Parlamento y la ciudadanía, pues, quedándome con la reflexión de Federico Salazar “La democracia, después de todo, es algo mucho más sustantivo que una cantidad de votos un domingo de urnas”.
Sin embargo, mi interpretación no es del todo áspera en este tema, porque haber participado en la marcha organizada el último viernes por el Concejo Regional de la Juventud, la Liga Juvenil Amazónica y algunos centros de educación técnica ha fortalecido la sensación mía de revolucionario. Recorrer junto a estudiantes las calles principales del centro de la ciudad en contra de una ley “esclavista”.
Pese a la poca promoción en medios de la actividad, se logró convocar en Iquitos a una población de cientos de jóvenes en un evento que se desarrolló con total tranquilidad. En la capital de la república la convocatoria con sitio en la plaza San Martín terminó antes de lo esperado, pues, se generó convulsión entre los policías y los estudiantes asistentes. Un amigo que acudió a la marcha me comentó que sin razón alguna recibió golpes por parte de los efectivos policiales, generando en él un repudio del papel que cumple la Policía Nacional con sus acciones antagónicas a su misión. Es ante este caso, es más que repudiable que una institución encargada a resguardar la seguridad del ciudadano actúe como instrumento del gobierno, abusando sin pudor de su autoridad para amedrentar y subyugar a la población manifestante.
Nosotros no queremos repetir nuestra historia, considerándome en esta nueva movida juvenil, tenemos vivientes, por estudios, conversaciones y análisis histórico, las memorias de un gobierno autoritario como el de Alberto Fujimori en la década de 1990, que con la idea de vencer el terrorismo terminó por cometer delitos de lesa humanidad y uno de los más grandes casos de corrupción en el mundo, algo que marca al país hasta nuestros días, con la continuación de los desmanes por los otros gobiernos después de este, incluyendo el actual, en la peor de sus encrucijadas.
Además, frente a quienes calificamos esta iniciativa como “esclavista” contra los que responden tildando a los objetantes de “terroristas”, la autora del proyecto de ley, la fujimorista Rosa María Bartra, anunció que había decidido ponerlo “en pausa”, pese a que el texto ya había sido aprobado en primera votación en la Comisión Permanente y exonerado de una segunda votación.
Entonces, no podemos esperar mucho de quienes hoy nos gobiernan, ya que en el legislativo y ejecutivo existe un minúsculo entendimiento y sobre todo poca voluntad para plantear reformas que mejoren las condiciones y oportunidades laborales de la mayoría de trabajadores del país y, particularmente, las de los jóvenes quienes se incorporan recién al mundo laboral. Solo nos queda ser críticos, fijarnos y exigir hasta cansar a los candidatos sustentos en sus propuestas para no elegir más a un centenar de incapaces como los de ahora, y no me refiero solo al gobierno central, también se presta para convencernos de la mala gestión a nivel regional y local.