El Puente Chilina se ha convertido en el paraíso de los suicidios en Arequipa. Recientemente construido en la gestión anterior de Juan Manuel Guillén, se convirtió en una de sus obras emblemáticas pues está considerado como uno de los más extensos puentes urbanos del país. Aunque no resuelve sino en un 20% los problemas de transporte en la ciudad por la falta de vías de acceso suficientemente diligentes para que entre en un real funcionamiento, si ha solucionado otro problema aparentemente: ser un lugar para el suicidio.
Ya llega a la decena la cantidad de personas que se han matado arrojándose desde su altura de más de cien metros. Muerte segura para los que no soportan la soledad o la desgracia personal. De un tiempo a esta parte se ha convertido en un atractivo foco de atracción del suicida. La obra de cerca de 400 millones fue construida para ser una vía rápida y no peatonal, tal vez, presagiando que iba ser el lugar soñado del desquiciado.
Habido muertos de todo tipo. Algunos decepcionados de la vida por problemas familiares y deudas, también aquellos deprimidos por no tolerar la perdida mortal de un ser querido y también menores que ante la mala nota en el colegio o la severidad de los padres acuden como recurso sanador a una vida miserable para lanzarse hacia la nada. Las respuestas han sido las de siempre. Enmallemos todo el puente y así los problemas se irán a otros puentes.
En el Día de Los Enamorados, como si se tratara de un lugar ansiado de los que dicen amarse, ha tenido un inusual resguardo. De todos los muertos, los relacionados a problemas con su pareja han sido la mayoría. Más efectivos de la Policía ahora custodian sus barandas metálicas. Si ya de por si 24 horas lo hacían en motos y autos serenos y efectivos PNP, ahora que ha sido 14 de febrero se han agolpado en mayor cantidad porque presumen que hay gente que se quiere matar cuando más debería proferirse amor.
¿Qué se puede esperar de una sociedad depresiva? Una sociedad que viola y mata a sus niños, como si estos hubieran nacido en el peor país para ellos. Si la gente no tolera la soledad, más aún en tiempos de interacción y sobreexposición es porque está bien enferma. En realidad el internet nos ha mostrado que la cabeza de la gente se encuentra más desvalida y frustrada que nunca.
Sino encuentra en esa globalidad de muchedumbre, que comparte hasta lo que hace en el baño, alguien que pueda aplacar su depresión entonces efectivamente se encuentra ahora más solo que nunca. Así como el Puente Chilina en esta parte del país nos muestra de cuando en cuando que somos una sociedad hartamente descontrolada, lo mismo sucede con las redes sociales que ni siquiera ha servido para formar parejas, establecer relaciones de diálogo, o convertirse en puente para cierta catarsis de urgencia.