En la imagen de la televisión sale un señor con traje y corbata, gafas de sol y con reloj muy caro. Sonreía muy serio a la cancha de tenis pero con los pensamientos puestos en otro lado. Tenía una copa de licor en la mano. Estaba acompañado de una chica de cabello negro y tez blanca, gafas de sol de marca y los labios repintados de color rojo. La pareja ideal y casi perfecta. Estaban muy atentos, cada uno a su manera, a lo que sucedía en la pista de Wimbledon, en la cancha central, donde juegan los que quieren los organizadores, pocos son los privilegiados – ellos tienen su debilidades por ciertos jugadores. El empresario atildado, minutos antes en la City, había hecho un jugoso contrato internacional. Mientras veía el partido él sacaba cuenta de las utilidades y una sonrisa de avidez iluminó toda su cara. “Esas commodities, es un negocio redondo”. Los jugadores sufrían en el tie break, que se hacía largo. Se necesitaba mucha concentración. Una buena derecha, un gran revés como respuesta.

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Era un muchacho con muchas aspiraciones. Su cabeza redonda y con poco cabello se notaba desde muy lejos. Su nariz chata, una sonrisa franca y sin maldad. Ellos, sus padres, hermanos y él, no sufrieron las peleas de las guerras internas que fueron muy cruentas. Moraban en la Ilha Caravela. Emigró para la capital Bissau, en la isla no había trabajo, no había nada. El día que le dijeron que sí en la empresa donde dejó sus papeles se alegró. Que trabajaría recogiendo anacardos en la fazenda del señor Alves, por Safim. El trabajo era duro y con poca paga, no tenía vacaciones. Trabajaba de sol a sombra. Apenas alcanzaba para llegar a fin de mes, lo comido por lo servido. Edson estaba hasta las narices de todo. Encima dijo el gerente con cara de disgusto les dijo a los trabajadores que el precio de los anacardos ha bajado de precio.

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Camino por este lugar donde se ha derramado mucha sal y lágrimas. Hay una voz del pasado de gran sufrimiento que se escucha hasta hoy ¿es acaso ese soul que acompaña en estos viajes?, ¿escuchan los quejidos? Era el “Memorial da Escravatura e do Trafico Negreiro”. Tenemos frente de este puerto al río Cacheu y al lado se divisa un viejo fuerte portugués desde el cual salían los esclavos para las Américas. Como duele estar en estos lugares. Te acongoja. Te arrepientes de ser humano. Miro el utillaje de los esclavistas. Le sujetaban las manos y el cuello, amén de las torturas. Se necesitaba mano barata para sus cosechas ¿este no es un viaje de eterno retorno?

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