Discúlpenme que me tome la licencia de compartir en esta oportunidad un tema que para muchos les puede parecer simple, doméstico y hasta mezquino en medio de tantas cosas que ocurren en nuestra ciudad y país. Pero quiero dedicarle estas líneas a un ser lindo que supo ganarse el cariño en casa de todos. Y porque creo que ver el sufrimiento de los míos, sobre todo de mis dos últimos hijos, como padre me partió el corazón y no saber cómo consolarles en esos momentos.
Tener la posibilidad de disfrutar de la vida con una mascota es algo que nos marca. Porque son seres tan especiales que le dan un toque de ternura, compañerismo y, por sobre todas las cosas, lealtad a tus días. Tres dones que lamentablemente es difícil, muchas veces, encontrar en una persona y más los tres juntos.
Por eso, quizá, resulta igual de doloroso y triste perder a estos seres maravillosos y nobles. El miércoles pasado, nos tocó en casa experimentar semejante dolor.
Loki, nuestra mascota, estaba enfermo, desde hacía dos días, el veterinario no logró identificar su mal, por eso después del almuerzo el miércoles le llevamos de emergencia porque estaba peor. Se quedó internado, fui con mi hija Sary, su dueña, por lo tanto a ella le llamaron a las 7:30 de la noche para decirle que su perro tuvo un paro cardiaco y se murió.
Se imaginarán el tremendo impacto que provocó, ella se puso muy mal, me llamó llorando desconsoladamente al trabajo, y yo salí volando a verla y de paso saber más de la terrible noticia. Solo los que siente amor por los animales, pueden entender lo que sentimos todos los que estábamos en casa ese momento. Nos dejó un integrante de la familia. Las mascotas son eso, se convierten en parte de nosotros, del hogar.
Loki, era un encantador chusquito, un mestizo blanco de mancha negras, mediano, flaco de estampa, ladrador incansable a todo aquel que pasaba por la calle. Más de un conductor, le puteaba porque era jodido marcando su territorio. Pero como dice el viejo refrán, perro que ladra no muerde, nunca le hizo mal a nadie, al contrario era noble y querendón, amiguero con los otros perros del barrio, sobre todo con la Pamelita. Tenía una afinidad especial con los niños con quienes jugaba en las veredas.
Pero se fue, a sus 7 años, de repente se nos fue. Y eso que tuvo algunos episodios que nos asustó fuertemente, como aquella vez en que por cargoso un guardián nuevo, un rottweiler, del Habana, le revolcó y le dejo malherido clavándole sus colmillos en el cuello. Pucha, tremendas heridas del que salió finalmente bien librado.
Escribo estas líneas a la misma hora, 4:00 pm. del sábado, en que le tocaba su baño sí o sí, pero no está, su champú y jabón se quedó a medio usar, se perdió este remojón porque fue a darse un baño de estrellas allí arriba y a sacudirse de la espuma que cual nubes están allí en el cielo que ahora luce triste y gris.
Adiós amigo, hijo, mi manchita, adiós mi Lokito. Intercede viajero eterno con tus gracias y piruetas ante Dios para que tus hermanos, sobre todo los que están en situación de abandono encuentren solidaridad, protección y amor en las personas. Que no seamos indiferentes ante el dolor de seres indefensos. Cuídate y cuida la casa desde arriba, No dejes de moverme la colita y echarte patas arriba cada vez que regreso o miro la tele, lanza un gemido de puro engreído cuando te agarro de las orejas… Chau Chokiiiiiiiiii…!!!