Sigo en mi habitación cerrada a cal y canto. He puesto papel periódico en las rendijas de las ventanas, en las de las puertas para que no entre la batahola del puerto. No intento abrir la ventana ni la puerta por más que la quieran derribar. No abro a nadie, salvo a mis viejitos cuando vienen a visitarme previa llamada telefónica, están preocupados por mi situación. El otro día me interrumpieron unas personas de camisa blanca y corbata, me pidieron unos minutos para enseñarme lo que dice la palabra de Dios. Los miré y les dije seco pero amable, perdonen la molestia, soy agnóstico y sin mediar más palabras cerré la puerta, espero que no se hayan ofendido. Estos días aprovecho para repasar y leer los libros. Es una larga lista. Unos se presentan más atractivos que otros. Al ver la tapa y los títulos de los libros lo anoto en mi libreta y me doy un plazo para leer –algunos he acertado y en otros ha sido un acto fallido. Los ensayos y las novelas las leo mejor. Pero los libros de especialidad me cuestan más. Por ese lenguaje muy sofisticado y vana filosofía. En la librería de la habitación hay un grueso libro de fotografías que casi siempre me detengo en sus fotos. Le doy vueltas en la cabeza esas imágenes. Cada detalle de la foto es una motivación para estos días difíciles. Son fotografías de la época del caucho, sonrío. Era un tema que antes nadie se osaba meter, pero por estos días cualquier improvisado da una charla y se pone hablar sin ningún rubor con la justificación más peregrina. No creo haya una sola memoria si no muchas de ellas. Unidas todas estas historias podemos enhebrar un telar de historias con diferentes voces. Sí, es un período que falta investigar en todos los ámbitos. Sigue coja en la memoria colectiva. Enciendo la tele y un colega suelta la siguiente parrafada en la que dice que todavía no se ha escrito la novela total sobre el período gomero, sonrío, ¿hay novela total?, ¿la necesitamos?, ¿la segunda guerra mundial necesitó una novela total?, ¿más bien lo sucedido en el caucho no debería promover una estética y modo de pensar diferente?, ¿Acaso no sabe que los grandes relatos han sucumbido desde hace tiempo?
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