Lo de hoy es el arte del match y el contouring perfecto. Y suena sencillo pero todo se complica al momento de escoger la base, la textura, nivel de cobertura, el acabado, el tono, tu edad. En el mundo del maquillaje todo suma.
Hacer una mala elección de la base puede arruinar absolutamente todo, aún si es el maquillaje mejor producido, el mejor logrado y el que por fin te salió, puede llegar a maltratar tu piel y convertirse en la causa de las imperfecciones, que tu cara se vea con poco brillo o el motivo de que se te vean las líneas de expresión.
Es momento de poner un alto a eso y elegir la base que necesitas, para eso necesitarás reconocer que tipo de piel tienes. Si estas en duda o aún no lo sabes, hazte el siguiente test: limpia tu cara con agua micelar y espera un rato sin aplicar ningún producto; si comienzas a sentir tu cara como un cartón, es piel seca; si notas brillos en la frente, la nariz, es piel mixta y si este brillo se extiende a tus cachetes y en la parte inferior de tus labios, es piel grasa.
Cuando tu piel es seca y sientes que cualquier base se evapora, es porque necesitas una forma con aceites o silicón, eso te ayudará a conservar humectación a tu piel. Si eres de piel grasa, lo recomendable es usar fórmulas de agua libres y libres de algún aceite para mantener bajo control la grasa de tu cara. Si tu tipo de piel es normal o mixta puedes probar cualquier textura de base y usar la que más te guste, esa es tu ventaja.
El siguiente paso ya es sólo elegir la textura de tu base. Cada vez la industria de maquillaje crea más opciones. Las tipo betún han quedado, afortunadamente, en pasado. Así que atrévete a ser prueba y error.