Desde que el señor de Sipán reinaba en la tierra del norte del Perú sucedían los fenómenos naturales que hoy otra vez azotan esta zona. No es novedad, como tampoco lo es las reacciones tardías y los chivos expiatorios para encontrar responsables de una desgracia anunciada. Una carretera destrozada por el cauce recuperado en Piura, la ciudad de Trujillo y Lambayeque y otras de la zona sur y centro inundadas por los desbordes y desagües, son las fotografías de siempre.
Como lo son las desgracias en Chilca, Chillo, Cañete en Lima, las lluvias y el frío en la zona sur y, por consiguiente, el incremento de la cuenca del Ucayali y Amazonas en lo que dure que este gran volumen de agua llegue a sus riberas generando las inundaciones y perjuicios de siempre. Los mismos problemas de siempre, las mismas respuestas de siempre: todos son acusados, nadie tiene la culpa.
El presidente acusa a los alcaldes de no invertir su presupuesto en prevención o gastarlos en mínimos porcentajes, los alcaldes aluden que estos presupuestos son ínfimos y que lo que se requiere son grandes diques o represas o puentes para evitar que el agua arrase con estas ciudades y que si los gobiernos de siempre no hubieran gastado la plata en la corrupción y las obras sobrevaloradas y no urgentes, entonces hubieran hecho caso al clamor de estos pueblos. Los proyectos o estudios están sacramentados desde hace décadas. Hay suficiente información por cada ciudad y realidad de lo que se debe hacer y no se hace.
Existen cientos de proyectos que han quedado encarpetados porque no es apetecible ni para el voto electoral ni para la coima internacional. Entonces se repiten las mismas escenas. Un presidente que trata de llegar a las zonas afectadas para dar la imagen que no es insensible, un consejo de ministros que sesiona y decide cosas que nunca se harán realidad y cientos de reportajes buscando culpables.
Pasará la desgracia, habrá muertos y millones de dólares en pérdidas. Miles iniciarán una nueva vida porque la naturaleza no les dejará nada en pie. La desgracia de nuestra vida nacional se repetirá al otro año, si no hay sequía o esta vez Fenómeno de la Niña, entonces el reverso de la moneda de la realidad nacional se ventilará en el 2018 y los mismos actores repitiendo las mismas escenas. ¡Qué país nos ha tocado sufrir!