¿Por qué debemos creer que los que se acercan, en nombre Dios, a los niños, a la sociedad, al hombre con negro pesimismo de la vida, al desesperado, al cansado de existir, sean nuestra salvación? ¿Por qué debemos creer que el caso Sodalicio es caso expirado para que el congreso no haya podido hacer nada? ¿Son acaso los pedófilos la gran familia representativa de la gran iglesia católica? ¿Por qué seguir creyendo en una iglesia que ha perdido el sentido cristiano? ¿Por qué creer en Dios, en la inocencia de Sodalicio, y en los fundamentos del fujimorismo? a veces me pregunto si hay la necesidad de seguir creyendo en Dios, en Cipriani, representante de Dios en el Perú, que mal anda Dios con nosotros, venganza del pasado, dirían algunos dogmáticos, católicos ortodoxos, por nuestro pasado idolatra, pero así es el fanatismo, que mal hicimos para que Dios no solo nos haya enviado a Cipriani, y a Luis Fernando Figari, sino haya permitido tener un congreso fujimorista, que es igual decir descerebrados en la protección del menor. Y la Constitución política, la protección de la integridad del peruano, al diablo, la Constitución no importa cuando de por medio se pretende tirar caca a la iglesia católica, aunque fueron ellos que se habían tirado la caca con ventilador, es imposible dejar el daño a una lado, pero la población se preocupa de “Esto es guerra”, de los chicos reality, y si escuchan algo de la iglesia, la fe lo puede todo, pero, ¿por qué creer seguir creyendo en la iglesia?
En “La Gaya Ciencia”, de Friedrich Nietzsche, se deslumbra el tema del gran complejo humano sobre la necesidad de creer siempre en el algo que esté relacionado con la fe cristiana, y que de igual modo a la vieja Europa, nunca dejó de creer y de buscar, en la fe cristiana, la prosperidad. La raíz de la creencia se funda en saber que estamos a falta de una fuerza para creer en nosotros mismo, y para conservar esa debilidad en nosotros, creamos artículos para fortalecer nuestra creencia, y de allí se alimenta la iglesia, de esa debilidad humana, debilidad espiritual, de fe en nosotros mismos, para cavar y seguir cavando en la sociedad sus males que ocasionan a sus creyentes, ya como lo hicieron en tiempos de oscurantismo y de la santa inquisición. El agotamiento de nuestra propia voluntad hace que alimentemos estas estúpidas esperanzas que las nuevas congregaciones católicas que aparecen como espuma en el mundo, para extorsionar la conciencia del pecador y el bolsillo de los Estados laicos, sean las que realmente salvarán al mundo junto con la madre iglesia, pero ya vemos que estas congregaciones solo aparecen con fines de lucro, sexual y pedofilia, política, y quizás hasta con fines sociales, limpiarse la caca no es fácil, pero he ahí la voluntad de Dios con el pueblo peruano. A esto sumamos sus vínculos de estas congregaciones con la política, no cuesta mucho, sola compartir acciones en una misma empresa minera, y desde el congreso todo sería posible, sacar cualquier excusa para tapar cualquier escándalo católico, Dios y la fe está primero, los niños violados por Figari no importa, total, si fueron creyentes, Dios ya los perdonó, volteó la página, y perdona a quien te ha ofendido, y todos en paz, los niños violados tendrán que abrazar después a sus violadores, en nombre del perdón, eso nos enseñó Dios a todos, perdonar a tus enemigos.
Al final Nietzsche termina afirmando que “el fanatismo es la única fuerza de voluntad a la que pueden tener acceso también los débiles y los inseguros”, no sé si se adelantó haciendo referencia a nuestra política peruana, a nuestro fanáticos y enfermos de “Con mis hijos no te metas”, o la pobre población que da todo en nombre de Dios, y que permite que el pastor de su iglesia tenga buena casa y carísimos autos, gracias a la propagación de la intolerancia homosexual, de lo homofóbico, o simplemente sean causales políticas para hacer que una perdedora llegase algún día al poder.