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En el Perú la tarifa por el servicio de un taxi es negociable. No existen taxímetros que calculen el precio por un viaje a bordo. Algunos taxistas peruanos suelen cobrar de más y otros de menos “depende de la cara del cliente”, dicen. Lo satisfactorio es que la gran mayoría cobra lo justo.

Si por ejemplo usted debe hacer un viaje de un aproximado de 10 minutos el promedio en las provincias peruanas es de 3 a 4 soles, en Lima los precios pueden variar, por este mismo tiempo de ruta la tarifa puede oscilar entre 5 y 7 soles, repito “depende de la cara del cliente” y claro está, también depende de la honestidad del conductor.

Aún cuando la mayoría de taxistas cobra lo puntual, nunca falta uno que queriendo cobrar más dinero, abusa del cliente. A mí me pasó.

Necesitaba ir con urgencia a la casa de un amigo y no podía llegar tarde. Estaba a 20 cuadras de su casa. Ir en combi o colectivo me harían llegar tarde. Entonces, paré un taxi, negocié la tarifa con el conductor, el acuerdo fueron 3 soles.

Llevaba muchas cosas en la cabeza y otras tantas en la mano. Luego de un esfuerzo malabar saqué tres soles del bolsillo – cóbrese por favor – Habían pasado 3 cuadras, de las 17 que faltaba para llegar a mi destino. En la cuadra 15 (producto de mi distracción) pregunto – ¿Creo que aún no le he pagado? – Guardó silencio…no, no me ha pagado, respondió.

Yo, juraba haberle pagado, pero a veces uno jura en vano y es mejor no hacerlo – ¿Está seguro que no le he pagado? – No, no me ha pagado – Está bien, aquí tiene. Eran nuevamente 3 soles, el doble de la tarifa acordada.

Al llegar a la casa del amigo en mención, desciendo del taxi, tenía ganas de decirle al taxista – ¡confío en su palabra! – pues en mi ciudad la gente se caracteriza por ser buena, gentil y solidaria, demasiado, a decir verdad.

Saco cuentas de mi dinero. Antes de llegar a casa de José Luis tenía 20 soles, ahora, tenía catorce. ¿Cómo era posible?, si el servicio de taxi eran 3 soles. Conclusión, el taxista me ha cobrado el doble y yo sin darme cuenta, le he pagado de más.

Pero ¿por qué andas con la cabeza en otro lado?, dirán probablemente algunos. Un porcentaje de culpa tengo, lo admito. Por tanto, he aprendido dos cosas, que debo pagar los taxis al final, no antes ni durante, y que, pese a todo debo seguir confiando porque no todos los taxistas son iguales y tampoco ni tendrían que serlo.