La catarata es la pérdida de transparencia del cristalino, la lente natural del ojo que se encuentra detrás de la pupila. A través de esta lente pasan los rayos de luz hasta la retina y allí se forman las imágenes. A medida que una persona envejece, las proteínas del cristalino comienzan a descomponerse. En consecuencia, este se torna opaco. Por ello, cuando el cristalino pierde transparencia e impide el paso nítido de la luz a la retina, el paciente sufre una pérdida progresiva de la visión.
Los factores que pueden acelerar la formación de cataratas son: rayos ultravioletas solares o de otras fuentes, diabetes, hipertensión, obesidad, tabaquismo, uso prolongado de medicación con corticoides o con componentes de estatina para la reducción del colesterol, antecedentes de inflamación o lesión ocular, antecedentes de cirugía ocular, terapia de reemplazo hormonal, consumo significativo de alcohol, miopía alta, antecedentes familiares de cataratas. En muchos de los casos se desconoce su etiología.
Se desarrollan de manera lenta y sin dolor. La visión en el ojo afectado empeora también de manera lenta. La opacidad leve del cristalino a menudo ocurre después de los 60 años, pero es posible que no cause ningún problema de visión. Hacia la edad de 75 años, la mayoría de las personas tienen cataratas que afectan su visión. Los problemas visuales pueden abarcar: Ser sensible al resplandor, visión nublada, borrosa, difusa o velada, dificultad para ver en la noche o con luz tenue, visión doble, pérdida de la intensidad de los colores, problemas para ver contornos contra un fondo o la diferencia entre sombras de colores, ver halos alrededor de las luces, Cambios frecuentes en las prescripciones de anteojos
Las cataratas llevan a una disminución en la visión, incluso con la luz del día. La mayoría de las personas con cataratas tienen cambios similares en ambos ojos, aunque un ojo puede estar peor que el otro. Con frecuencia, sólo hay cambios visuales leves.
Para diagnosticar las cataratas, se utilizan un examen oftalmológico estándar y un examen con lámpara de hendidura. Rara vez se necesitan otros exámenes, excepto para descartar otras posibles causas de visión deficiente.
Para una catarata incipiente, el oftalmólogo puede recomendar lo siguiente: Cambio en la prescripción de anteojos, mejor iluminación, gafas de sol.
El único tratamiento para una catarata es la cirugía para extirparla. Si una catarata no dificulta la visión, entonces la cirugía no suele ser necesaria. Las cataratas no dañan el ojo, de manera que puede someterse a la cirugía cuando usted y el oftalmólogo decidan que es apropiado. La cirugía por lo regular se recomienda cuando no se pueden desempeñar actividades normales como conducir, leer, mirar la computadora o pantallas de video, ni siquiera con el uso de gafas.
Algunas personas pueden tener otros problemas oculares, como la retinopatía diabética, que no se pueden tratar sin someterse primero a una cirugía de cataratas.
Aunque no es frecuente, una catarata que continúa hasta una etapa avanzada (llamada catarata hipermadura) puede comenzar a filtrarse hacia otras partes del ojo. Esto puede causar una forma dolorosa de glaucoma e inflamación dentro del ojo.
La mejor prevención consiste en controlar las enfermedades que incrementan el riesgo de una catarata. El hecho de evitar la exposición a los factores que promueven su formación también puede servir. Por ejemplo, si fuma, ahora es el momento de dejarlo. Asimismo, usar gafas de sol cuando se está al aire libre para proteger los ojos de los rayos ultravioleta (UV).