Un ciudadano al enterarse que hemos dado cobertura -casi solitaria- a la fuga de gas/amoniaco de Embotelladora La Selva y que esta misma empresa construyó sin autorización un techo que, felizmente, ya fue puesto en vereda, me informa que por la zona de San Juan (¿Pavayacu, puede ser?) hay una empresa que pone en peligro la vida de los vecinos y ni la autoridad municipal puede poner orden.
Hace exactamente cuatro años mi vida cambió en todo el sentido de la palabra porque a un parlamentario recién elegido Presidente del Congreso de la República se le ocurrió decirme en su auto esta frase lapidaria: “¿Si yo soy presidente del Congreso, porqué no puedes dirigir la oficina de Comunicación si diriges en Iquitos un diario, qué tienen acá que no tengas tú, respóndeme mañana?”. Desde esa tarde no he vuelto a ejercer el periodismo como lo concibo y vivo. Hasta que desde el mes pasado he ingresado a una nueva locura, con algunos años más que aquella mañana de 1990, pero creo con igual entrega totalizadora.
Mi celular no deja de sonar. Y yo estoy por sonar. Ni siquiera en las mejores épocas periodísticas de RPP Noticias -cuando amanecía en la calle solo con el consuelo de lograr una entrevista a una autoridad acusada de haber mantenido relaciones sexuales con su hija- el celular recibía tantas llamadas de igual número de personas que lo único que desean es que se haga justicia. Desde los que me piden que por favor no revele su identidad hasta los que me solicitan que por favor realice un reportaje sobre los ruidos, la fuga de gas y tantos otros temas. En estos tiempos de wasapeo ya es más difícil el ninguneo. Y aquí se pone a prueba la vocación. Valga la ocasión.
Un ciudadano al enterarse que hemos dado cobertura -casi solitaria- a la fuga de gas/amoniaco de Embotelladora La Selva y que esta misma empresa construyó sin autorización un techo que, felizmente, ya fue puesto en vereda, me informa que por la zona de San Juan (¿Pavayacu, puede ser?) hay una empresa que pone en peligro la vida de los vecinos y ni la autoridad municipal puede poner orden. Otro vecino que desesperadamente se comunica para dar detalles de lo que sucede en el Colegio Sagrado Corazón donde unos padres que no están interesados en la educación de sus hijos le hacen la vida imposible a una directora que no será la octava maravilla del mundo pero que quiere ordenar esa casa. Un vecino que, indignado, se ha tomado la molestia de llamar para decir que “El Heduardo VI” debió salir a Yurimaguas desde el puerto Masusa la tarde del miércoles y sin dar explicaciones ha postergado su zarpe para el día siguiente y ni Capitanía de Puerto ni Indecopi salen en defensa de los usuarios y el hombre cree que a través de los medios de comunicación puede logra que se respete su derecho. Otra jovencita que llama más desesperada aún porque “hace 30 minutos me acaban de robar la moto del gym de la cuadra tres de Moore y quiero recuperar mi herramienta de trabajo”. La llamo media hora después para pedirle el número de placa y me dice que ya no haga nada porque ha pagado 900 soles y eso era lo que deseaba: recuperar la moto. Y así decenas de historias, como para decir: muévete que estás vivo. Y, vaya, que lo estamos.