Uno de los viajes más exquisitos y sabrosos que he tenido en los últimos años ha sido el de este último fin de semana, entre otras cosas, por la compañía y motivo. Fernando Arévalo y su esposa Anita Vela, si medimos el éxito por la forma que tienen de emprender y lograr objetivos, son dos personas exitosas y empujan hacia ello a sus hijos y a quienes tenemos la dicha de tenerlos como amigos.
Ha sido la primera vez que me toca ser compañero de viaje de esta pareja -me hubiera encantado que también estuviera Mónica- y Fernando es un conversador al mejor estilo charapa y Anita, también. Por ellos me he enterado la forma como iniciaron ese proyecto llamado «El pichito» y que hoy luego de 24 años puede considerarse como único en su género en la gastronomía amazónica, entre otras cosas porque pretende -y vaya que lo logra- mantener la tradición de la comida loretana sin renunciar a la inclusión de especias nuevas. Así, aquel chaufa con cecina que los comensales saboreamos en los restaurantes no sólo amazónicos en Lima, le debemos al emprendimiento de estos esposos y todo el ejército que tienen en las dos sedes de Breña y La Molina. Son exitosos, no me cabe la menor duda. Pero más allá de eso me fascina la forma como llevan la vida, sin prisa ni pausa.
Este articulista, que a lo largo de sus viajes ha encontrado a muchos charlatanes, ha sentido el gusto de saber que Fernando y Anita han creado un imperio a punto de esfuerzo matrimonial y también algo de suerte, como ellos lo reconocen reiterativamente. Y ese éxito graficado en la frase dicha por Fernando en los medios de comunicación tiene una certeza inmensa: «El éxito de las cosas que uno emprende está en hacerlas bien». Toda una filosofía de vida, que tiene sus raíces en San Agustín que afirmaba que «no basta hacer cosas buenas sino hacerlas bien». Al visitar la sede de La Molina y ver a gente haciendo cola para probar el juane o la cecina con tacacho he sentido un alegría inmensa de saber que ese localcito de Breña ha crecido como crecen cotidianamente los esposos Arévalo Vela y los suyos. Y quienes los conocemos debemos difundir la obra que tienen y quienes no los conocen procurar hacerlo porque son un ejemplo a seguir. Serio.