CURÁNDOSE EN SALUD
Javier Vásquez
La etimología de la palabra vida viene del latín vita que deviene del griego bios y significan precisamente ello: vida.
La definición de vida es amplia, verbigracia: desde el punto de vista de la biología es la capacidad de nacer, crecer, reproducirse y morir. Desde el punto de vista ecológico es la capacidad de un ser físico de administrar sus recursos internos para adaptarse a los cambios que se producen en su medio. Otra, que tiene un toque filosófico, es el estado de actividad de seres orgánicos y la fuerza interna que permite obrar a aquel que la posee, más aún, según algunos filósofos, la vida es un conjunto de experiencias. Desde el punto de vista de la física la definición es un tanto fría: es el tiempo que duran las cosas; esta definición involucra al ser humano como a un asteroide.
Otro tanto sucede con la definición de muerte. Su etimología proviene del latín mors o mortis. Desde el punto médico se define como el cese irreversible de la actividad cerebral, aunque la persona siga respirando. Desde el punto de vista religioso se puede decir que es la separación del cuerpo y el alma.
La eutanasia es la acción que lleva a cabo una persona con el objeto de evitarle sufrimientos a otra persona que se encuentra en el estadío final de una enfermedad terminal.
Con todo esto nos encontramos en medio, o hacia uno de los lados, del inicio y del fin. Nos preocupamos muchas veces cómo o en dónde nacemos y, con más ansiedad, cómo y dónde vamos a morir, cuando lo que realmente importa es todo ese tiempo que se encuentra entre el nacer y morir: el vivir.
Vivimos básicamente para ser felices y ello, para cualquiera de nosotros, tiene varios matices: yo quiero vivir para y con mi familia, desarrollar mi profesión entendiendo que soy un engranaje más para ayudar al desarrollo de otras personas que conforman familias, manteniendo o recuperando su salud, cultivar mis gustos por la música y la lectura. El conjunto de todo ello me lleva a ser feliz. Así como este ejemplo cada uno puede poner el suyo, si lo tiene claro va a apuntar hacia allá, se dará cuenta cuando se desvía del curso y hará todo lo posible para vivir una vida plena. Hay quienes viven el día a día y podrían ser felices también pero probablemente sea más difícil porque ello lleva, mucha veces, a depender a factores externos ya que no preocupa por prevenir el futuro.
Creo que a la mayoría de las personas no nos asusta la muerte en sí, que es un tránsito hacia algo desconocido, si no al hecho de la manera que llegamos a ese trance, la manera de morir. Estoy seguro que ante la pregunta de cómo quisiéramos ello ocurriera la mayoría responderíamos: cuando estemos durmiendo, sin darnos cuenta. Nos asusta el ser conscientes del instante final, de una muerte violenta o con sufrimiento.
Si nos estamos preocupando a cada instante de ello estaremos malgastando un tiempo que podríamos dedicar a ser mejores, a compartir sentimientos o pasatiempos con los que amamos o queremos. No olvidarse que muchos dicen que la felicidad en sí no existe si no momentos felices que se intercalan con los de tristeza.
Vivamos de acuerdo lo que nos dicta nuestra conciencia, el nacer como el morir, son cuestiones inevitables. Alguien nos puso en la tierra por alguna razón y talvez nunca lleguemos a conocer esta. Entonces vivamos para ser felices y a lo mejor una definición de vida es la búsqueda de la felicidad.