En el rincón de un bar de mala muerte, ubicado en la inundable periferia de la ciudad de Iquitos, un hombre alto tiene su lugar permanente donde bebe con angustia todos los licores tropicales. En las horas en que está en ese lugar no conversa con nadie, ni acepta acompañantes y cuando se embriaga se vuelve burlón, grosero y violento. Todos los días, desde hace años, el parroquiano visita ese bar para calmar el volcán de la derrota que le lacera. Nadie sospecharía que se varón dedicado a la borrachera fue en algún momento candidato a la presidencia del Perú. Pero así es. En el 201l el señor Pedro Pablo Kuczynski ocupaba el segundo lugar en las encuestas y ya faltaba poco para el día central de las elecciones, cuando estalló el escándalo de las cervezas.
El líder de los lobistas fue acusado por la prensa de haber regalado cajas de cerveza en el mitin realizado en la ciudad de Chimbote. Gracias a fotos publicadas después se podía ver que, efectivamente, alguien regalaba el licor a la multitud a nombre del candidato citado. El señor Pedro Pablo Kuczynski negó en todos los idiomas el haber participado en esa donación espirituosa, sostuvo que él por lo demás no acostumbra beber ni a la hora del almuerzo y juró que no había violado la ley electoral. Pero las investigaciones del Jurado Electoral de Elecciones determinaron que si había cometido delito y el día mismo de las elecciones fue separado de la contienda de las ánforas. A partir de ese desdichado momento comenzó la tragedia del referido.
Días después de las elecciones generales don Pedro Pablo Kuczynski fue visto bebiendo cerveza hasta el amanecer en una de las tabernas más peligrosas del Callao. Ese hecho fue una sorpresa porque anteriormente el citado no tenía la costumbre de empinar el codo en público. La tragedia de las cervezas de Chimbote le perseguía como una maldición y luego fue visto en otros lugares de dudosa reputación bebiendo sin límites. Cuando la cerveza no le hacía nada, cambió de licor y ancló en los explosivos tragos regionales amazónicos.