[ALTOS MANDOS AMENAZAN EN INYECTARLE VIRUS LETAL DEL VIH, SEGÚN DENUNCIA DE FAMILIARES].

La fémina pidió justicia para su hijo al que lo tiene ahora escondido en algún sector de la zona sur de la ciudad; sin embargo tiene temor de que en cualquier momento lo ubiquen y terminen por saldar cuentas por denunciar el hecho.

Como se recuerda fueron 18 armas de fuego de largo alcance (fusil GALIL de fabricación Israelí) que fueron sustraídas de una de las bases del ejército peruano donde almacenaban municiones y armamento. Según fuentes policiales, los militares no saben cómo desaparecieron estos fusiles ya que según el SOEP Adrián Tello Huamán quien tenía a su cargo las llaves del almacén, al momento de entrar a su servicio encontró la puerta semi abierta al momento del conteo de las armas de percato que faltaban 18 de ellos.

Agentes del DEPINCRI al registrar la vivienda no se encontró nada, el Tnte. Coronel EP Rudy Garibaldi quien se encuentra al mando del batallón no emitió ningún comunicado hasta la fecha, solo indicando que el caso se encuentra en proceso de investigación.

Fue la mañana  del domingo 3 de enero que personal del Departamento de Investigación Criminal (DEPINCRI) llegaron hasta una vivienda ubicada en el kilómetro doce y medio de la carretera Iquitos /Nauta  a uno kilómetros de la base del “Batallón de Material de Guerra N° 115”, ubicado en la carretera Zungarococha, distrito de San Juan Bautista,  ya que los efectivos de inteligencia tenían conocimiento que en dicha vivienda estarían escondidos los 18 fusiles que días antes habían desaparecido misteriosamente del establecimiento militar. Esto generó todo un escándalo y por más que los altos mandos del Ejército de esta región quisieron mantener en reserva todo, la noticia llegó hasta los oídos del mismo Ministro de Defensa, Jakke Valakivi, quien arribó a la ciudad de Iquitos y visitó la base del Ejercito hasta en dos oportunidades en menos de tres días. Sin embargo, el caso sigue sin resolverse. Por eso llama la atención lo sucedido ahora ultimo con este soldado y su caso debe preocupar a las autoridades e interesarse en su situación.

 

¡Insólito! Altos mandos del Ejército Peruano pertenecientes al BTM Material de Guerra Nº115 coaccionaron, torturaron y obligaron a un soldado para involucrarse en la desaparición de los 18 fusiles de origen israelí suscitado el pasado 30 de Diciembre del año 2015, la madre del infortunado soldado con lágrimas en los ojos denunció el hecho con la afirmación del afectado.

Con lágrimas discurriendo por sus mejillas Betty Villacorta Rengifo indicó que su vástago identificado como David Tenazoa Villacorta fue sorprendido por los altos mandos militares quienes directamente lo vincularon con el robo de las armas modelo Galil para así tapar un hecho aún más punible pues el hecho tuvo como lugar nada menos que la base armada del sector de Zungarococha. En la cabina de una emisora radial la fémina dio su descargo y relató la forma cruel y criminal con la que fue tratado su engreído por parte de los militares y que ahora los ha obligado a esconderse por temor a represalias y hasta a que terminen matándola tras denuncias lo ocurrido. “Lo metieron al agua tratando de ahogarlo, le golpearon hasta cansarse y todo para que se eche la culpa de algo del que no es culpable. Mi hijo ya no pertenencia al ejército desde que se dió el robo y no sabemos que pasó ni por qué lo sindiquen como el que robo los 18 fusiles Galil. De tanto golpearlo y masacrarlo como no podían sacar la respuesta que ellos querían le amenazaron con pasarle corriente y es ahí que mi hijo confesó (obligado), ser el culpable del hecho”, refirió una temblorosa mujer. Además, le amenazaron en inyectarle virus letal del VIH para continuar auto-culparse, continuó diciendo su madre. Hoy nos habla desde la clandestinidad y pide ayuda a Derechos Humanos para su protección.

Lo que además indica la mujer es que el pasado 04 de Enero agentes especializados de la Policía Nacional para llevar a su hijo con la finalidad de interrogarlo y es en ese lapso de tiempo donde fue torturado hasta sacarle una confesión positiva. (M. Lizarzaburu)