[La de Gorel a maestros].
Cuando terminaba el año de 2015 estalló un problema en las narices del Gobierno Regional de Loreto. Era la deuda a unos 70 trabajadores que reclamaban la paga de tres meses de trabajo. Allí se supo que esos servidores, en su mayoría dedicados al rubro de la vigilancia, ganaban una miseria y ni eso les podían pagar. El gobernador Fernando Meléndez salió a prometer en los medios de comunicación que en cualquier momento iba a pagar la deuda que en realidad no era gran cosa. Pasó navidad y los trabajadores no cobraron. Antes de la fiesta de fin de año algo recibieron. Esa deuda todavía no está pagada y ahora aparece una deuda millonaria que el Gorel tiene con los maestros. Esa deuda si es cosa seria y así como van las cosas tiene todos los visos de ser impagable por los siglos de los siglos.
La mano avara de Fernando Meléndez no podrá abrirse así nomás debido a que la deuda que el Gore Loreto tiene con los maestros es cuantiosa, astronómica y difícil de pagar. Se sabe que desde hace años nadie paga nada a los profesores y esa deuda ha ido acumulándose hasta estallar hoy en día. Se sabe que se trata de 4500 maestros que se desempeñaron como directores y que adquirieron derechos laborales que jamás fueron cancelados. Según las cifras oficiales a cada maestro corresponde unos 180 mil soles, lo cual hace que la deuda total ascienda a unos 800 millones de soles. Una verdadera fortuna. Pero así como van las cosas, esa deuda es impagable. ¿De dónde, de qué partida, de cuál alcancía cerrada, va a sacar el dinero el señor gobernador cuando no tiene ni para pagar a algunos trabajadores?
La deuda a los maestros en realidad tiene unos 25 años de duración e incluye a los directores de diferentes centros que jamás pasaron por caja y no cobraron el pago por reintegro por bonificación en la preparación de clases, el pago por desempeño de cargo y preparación de documentos de gestión, el pago de bonificación personal por quinquenios, el pago por gastos de luto y sepelio, el pago de la remuneración permanente por fiestas patrias, navidad y por escolaridad, el pago por refrigerio y movilidad, el pago de la bonificación por el costo de vida, el pago de la asignación especial, el pago de la bonificación por zona diferenciada por prestar servicio en la selva, el pago de Fonavi, entre otros pagos.
Las anteriores gestiones regionales, ni el mismo Ministerio de Educación, jamás se preocuparon por cancelar esa deuda y permitieron que esta se acumulara. Los perjudicados se mostraron callados y nunca protestaron exigiendo en forma contundente los pagos correspondientes. Como consecuencia de ello se tiene ahora una deuda millonaria que tiene todos los visos de ser impagable, como ya dijimos. En efecto, no sabemos de dónde va a salir tanto dinero para pagar a tantos profesores. Las preguntas son inevitables: ¿Por qué se permitió que la deuda se incrementara año a año sin que nadie dijera nada? ¿Cuántos y cuáles son los funcionarios responsables para que a ningún maestro se le haya pagado lo que le correspondía por derecho laboral? ¿Por qué los maestros afectados en su momento no dijeron nada y dejaron que las cosas siguieran su curso?
Después de tanto tiempo, cuando las papas queman demasiado, recién los maestros salen a protestar. Es la primera vez que han convocado a una reunión en la Casa del Maestro para informar a la prensa en particular y a la comunidad en general sobre ese espinoso asunto. Es de todas maneras una actitud tardía y fuera de lugar la que aparece ahora cuando la deuda parece impagable. Los maestros recién reaccionan y se supone que con el transcurso de los días tomaran diferentes medidas para protestar. Esas acciones de lucha pueden desembocar en simples medidas efectivas sin ningún destino, pues de donde va a sacar el dinero el señor gobernador cuando no tienen ni para pagar una migaja a ciertos trabajadores contratados.
Porque si Fernando Meléndez no puede con una simple deuda, con una suma exigua, menos va a poder con una fortuna. ¿De dónde va a sacar el dinero para cancelar a los maestros? Salvo que ocurra un milagro y ese dinero aparezca por algún lado, gracias a la providencia, no vemos cómo va a conseguir tanto dinero. La deuda a los maestros es una fortuna y probablemente quedará impaga. Los maestros mismos no debieron permitir que esa deuda creciera sin piedad, acumulándose sin que ellos y ellas hicieran nada. Sorprende que recién a estas alturas aparezcan con ganas de protestar para que les paguen lo que no les han pagado en tantos años.
La millonaria deuda a los maestros, por otra parte, revela la otra cara de la medalla, el lado oscuro, del sector educación. Esa deuda aparece como una maldición en momentos en que se habla hasta por los codos de la mejora de ciertos aspectos de la educación, de la Beca 18, de los Centros de Alto Rendimiento, de esto y lo otro. Pero la educación peruana todavía sigue en las tinieblas del desacierto y del descuido. Esa deuda impagable es una muestra de ello.