No se sabe hasta ahora qué destino tuvieron los pumas, otorongos, tigrillos, mamborushos, huanganas, sachavacas, ronsocos, anacondas, loros, guacamayos, pihuichos y otras aves que huyeron cierta vez del parque turístico de Quistococha. Dichas especímenes pusieron los pies en polvorosa de un momento a otro y no retornaron como se esperaba cándidamente. Unidades especiales de rescate, finos rastreadores de huellas perdidas, hábiles buscadores de cosas desaparecidas, los rastrearon día y noche por los alrededores del parque. Luego visitaron algunas casas para ver si los moradores les habían agarrado. Pero no encontraron nada.
Todavía se recuerda con asombro aquella vez en que los trabajadores del parque turístico de Quistococha abrieron las puertas y ventanas de jaulas, corrales, depósitos y cuanta construcción albergara a los animales y los dejaron escapar. No era que los citados querían que los animales se pasearan a su gusto y parecer por dicho lugar sino que estaban protestando porque no les pagaban hacia 6 meses. Como bien recordarán los que vivieron ese momento, el asunto armó un escándalo de padre y señor mío. El que menos se mortificó porque los animales no podían ser liberados así por así ya que eran piezas claves para encandilar a los turistas. El problema fue mayor porque nunca más se encontró a los animales.
El parque turístico de Quistococha quedó, pues, sin ni un solo animal. Hasta ahora no se paga a los trabajadores que siguen protestando y en el lugar se levantó una serie de bares para reemplazar a los ejemplares perdidos. El número de visitas ha aumentado y los ingresos también. Nadie piensa en el retorno de los animales. Lo que se quiere es mejorar el negocio incorporando casas de juego, discotecas y lugres de bingo. Se espera con ello mejorar el servicio y la atención para satisfacer la demanda de los que vienen de visita a Iquitos.