Dr. Javier Vásquez.
Javier Vásquez
UNA REFLEXIÓN OPORTUNA
Hace poco se celebró el día de la Medicina y fue ocasión propicia para reunirme con los internos de Medicina y los residentes de Ginecología del Hospital Regional “Felipe Arriola Iglesias” de Iquitos para reflexionar sobre la fecha. Inicié la reunión con una pregunta: “¿por qué estudiaste medicina?” Las respuestas fueron protocolares: “porque quiero servir a mi prójimo”, “porque desde chiquito me gustaba la medicina” y un etcétera respetable. Solo una doctora residente fue directa: “porque da estatus social”. Luego lancé una segunda pregunta: “¿qué es lo que has observado en el trabajo de los médicos?”. Las respuestas fueron más unánimes: “no tratan bien al paciente” y se referían, básicamente, que en el hospital a los pacientes no se les conoce por el nombre sino por el número de cama que ocupan, que se les explica la enfermedad que sufren con palabras técnicas, muchas veces inentendibles y que, en resumen, la mayoría de veces se les trata en forma deshumanizada, viendo un caso, no un ser humano.
Por último, en base a las respuestas anteriores, lancé la última pregunta: “¿te consideras un buen médico?”. Las respuestas me sorprendieron por su honestidad: “no, porque aún no trato al paciente como un ser humano. Tampoco le dedico mucho tiempo”. “Me falta, porque no llego temprano al trabajo”. Nadie se refirió si son malos diagnosticando u operando, sino que no se consideraban aún buenos porque no trascendían en el paciente, haciéndoles sentir como lo que realmente son: personas con sentimientos y que no les estamos haciendo un favor al atenderlos sino que les estamos brindando un servicio.
Se puede servir al prójimo de mil maneras, por ejemplo siendo docente, construyendo carreteras, siendo sacerdote. El ser médico actualmente crea una falsa percepción de seguridad económica y que es la profesión que está por encima de otras. Actualmente, un excelente técnico en computación puede ganar más que un médico. Para asentarse en nuestra profesión se necesitan 7 años de estudios para recibirse de médico general, 3 a 5 años de estudios para obtener un título de especialista y luego, si uno se dedica a la docencia universitaria, 2 años más de estudios de maestría y otros 2 para estudios de doctorado. Hay muchos más médicos que hace 10 años y menos trabajo que oferta el Estado.
Las respuestas a la última pregunta fueron importantes. Si no hay autocrítica no existe el primer paso para el cambio. Los internos y los residentes no solo deben recibir una formación fría de la especialidad. Esta debe ser más amplia y humanista, en la que la persona debe ser el fin de todo, y si nos damos cuenta en lo que estamos fallando se debe hacer mucho para ser mejores y ser los médicos que necesita la sociedad.
Una reflexión final fue que el médico del hospital difícilmente se proyecta a la sociedad. Se propuso que en la próxima celebración del día de la Medicina no lo hagamos saliendo más temprano para ir a comer un cebiche y brindar, sino para, ese día especialmente, hacer sentir nuestra presencia con campañas de control de presión arterial, diabetes, cáncer de cuello uterino y otros que comprendan atenciones en consultorios, procedimientos, charlas.
Ojalá todo esto se cumpla. Fue una pequeña reunión de reflexión, pero fue ese primer paso para ser mejores individualmente. Siendo mejores seres humanos seremos mejores profesionales y así podremos ofrecer lo mejor a la comunidad, entender que somos parte de ella, un engranaje importante y que no estamos en un olimpo desde el cual decidimos la suerte de muchas vidas.