Lo que está pasando con la explotación del Lote 192 en el Departamento de Loreto, Perú, conlleva más allá de una aparente discusión política. Lo interesante es que debería haber un modelo de la explotación sostenible o sustentable de esos lotes de explotación pero la realidad nos dice que no es así. La explotación de un recurso natural no cae en un lugar aséptico, hay una historia detrás. Por ejemplo, nos lleva a la historia ambiental que hay detrás de estas explotaciones y que las organizaciones indígenas (por más que a algunos les moleste) son las que han puesto en la agenda cuando se explotan estos recursos. Se observa que en la cartografía del Lote 192 hay muchos actores (stakeholder) con diferentes intereses en la mesa. De un lado, están las organizaciones indígenas, los pobladores de alrededores, el Estado en sus múltiples instancias (como el local, regional y el Estado central- y dentro del Estado el ejecutivo y el legislativo), las empresas petroleras, organizaciones sociales y otros más. Amén de las alianzas funcionales (de coyunturas) que pudieran haber y que las hay, siendo normal que estas se den. Es decir, no es una situación fácil o que esta sea blanca o negra. Si no sabemos ver los matices del gris estamos perdidos, decía un escritor español recientemente fallecido. Vayamos por partes. Lo inmediato es el contrato de concesión y la historia ambiental de esta (van de la mano). Hubiera que discutir si el procedimiento reglado del contrato se ha cumplido. Por lo leído, aparentemente, sí. Digo aparente porque se señala que el Poder ejecutivo se levantó de la mesa de negociaciones cuando se abordaban los procesos de consulta previa de acuerdo con la legislación nacional e internacional, saltarse este procedimiento sería un flanco débil. Pero misteriosamente (por intereses de ciertos actores) la concesión ha conllevado a la discusión sí es una empresa privada o una empresa estatal la que explotará ¿es esta una discusión trampa?, es decir, que no conduce nada; hay que tener los ojos muy abiertos. Sobre esta decisión y discusión se ha entremezclado con cierto oportunismo o entusiasmo de ciertos actores. Algunos ya se han aupado al carro y han dicho que es una empresa estatal la que debe explotar el bendito lote. Y esta decisión es uno de los puntos de fricción en la discusión/negociación. Lo cual daría a posibles preguntas ¿Es esto posible?, ¿Se trata de esconder algo con esta discusión trampa?, ¿es una situación de río revuelto?, ¿Quién explota el lote se compromete a las obligaciones como consecuencia del pasivo ambiental?, ¿Hubo consulta previa a los integrantes de Pueblos Indígenas?, ¿se negociarán las servidumbres de paso?, ¿Cómo queda la titulación de territorios indígenas en los territorios aledaños? Hay muchas más preguntas y son los actores los que deben ponderarlo en beneficio de la floresta sostenible como señala la Constitución Política.