En las mañanas con el sueño todavía dentro de mis carnes suelo leer los diarios digitales de uno y el otro lado del charco. Es una lectura a contrapunto acompañado de una taza de café con leche [ahora sin lactosa]. En ambos lados de la cocha las noticias están inundadas de corrupción de los políticos y las políticas. La vida pública apesta ¿Tan mal andamos en el mundo mundial? Leía en un ensayo que los más proclives a la corrupción, por lo general, son los políticos que entran a la política con una mano delante y otra atrás. Que las personas con solvencia patrimonial que se dedican a estos menesteres serían, al menos en teoría, menos tentadas a la corrupción. Esta hipótesis se cae por su propio peso. Nada menos cierto y le acreditan los hechos. Un político de derechas y de buena cuna está siendo investigado por delitos contra la Hacienda Pública en este lado de la península. Varios de sus correligionarios han sido pescados con la mano en la masa en grandes operaciones contra la corrupción – recordemos que el partido conservador tenía una contabilidad en b o paralela con que pagaba a los políticos y hacían obras de rehabilitación de su sede partidaria. En Perú no dejan de aflorar los casos de corrupción como el de Belaúnde Lossio o el más reciente de Oropeza y su vinculación con el partido aprista –desgraciadamente, es un partido que parece ser que la corrupción está asociada a su manera de gobernar o de estar en la oposición. Su candidato a la presidencia lo ha retratado en frases antológicas como aquella que la plata viene sola. Y seguro sí husmeamos en más países el hedor se haría intolerable. En estos tiempos de precariedad sería bueno y recomendable que los “precariados” del mundo [el neologismo es un préstamo a Zygmunt Bauman] nos uniéramos porqué esto no puede seguir así. No podemos permitirlo. Hay que discutir una estrategia “global” de saneamiento contra estos cretinos mundiales. Provocan indignación.
El vinculo del Apra con el narcotrafico no es nuevo, se sabe que el narcotraficante Carlos Langberg, donó la casa de Villa Mercedes, donde murió Hay de la Torre. Es un circulo vicioso que también involucra actos de corrupción de nunca acabar. ¿Que podemos hacer? Pues seguir en la lucha, en la denuncia, en la ilustración, en dar a conocer, en no claudicar con lo poco que tenemos, con lo limitado de recursos y herramientas que tenemos, ahora con los blogs. No podemos bajar los brazos, hacerlo sería convertirnos en cómplices. Solo aquellos que tienen algún interés amical, de partidismo o monetario, solo ellos serian capaces de callar y no denunciar, de defender esta podredumbre que cada día nos amenaza en convertirnos en un país de zombis.
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